Docilidad.
Los buenos niños son dóciles a sus padres. Por eso si nosotros buscamos la infancia espiritual, tenemos que ser dóciles con Dios, nuestro Padre del Cielo.
Todo consiste en cumplir la voluntad de Dios, es decir, en hacer coincidir nuestra voluntad con la de Dios; adaptar nuestro querer, al querer divino.
Cuando más realicemos esto en nuestra vida, tanto más seremos agradables a los ojos de Dios, porque un niño obediente es la delicia de sus padres y el orgullo de la familia, y así si somos obedientes a Dios, Él y la Virgen estarán más que felices con nosotros y nos concederán toda clase de bienes y favores.
Recordemos que la escritura dice que el hombre obediente cantará victoria, Y recordemos también que todo pecado es una desobediencia a Dios.
Entonces, cuanto más obedientes seamos a la voluntad de Dios, a los Mandamientos, a las enseñanzas del Evangelio y de la Iglesia, a nuestros deberes de estado y a nuestra vocación; tanto más seremos santos y lograremos más perfectamente la infancia espiritual.
Debemos esforzarnos por obedecer en todo a Dios, no solo en las cosas grandes e importantes, sino en las cosas de todos los días.
Cuando tengamos una inspiración de Dios, tratemos de seguirla y ser fieles a ella, porque si somos fieles, el Señor nos irá confiando misiones cada vez más grandes e importantes, ya que Dios confía en sus hijos obedientes y los trata como a verdaderos amigos suyos.
Los buenos niños son dóciles a sus padres. Por eso si nosotros buscamos la infancia espiritual, tenemos que ser dóciles con Dios, nuestro Padre del Cielo.
Todo consiste en cumplir la voluntad de Dios, es decir, en hacer coincidir nuestra voluntad con la de Dios; adaptar nuestro querer, al querer divino.
Cuando más realicemos esto en nuestra vida, tanto más seremos agradables a los ojos de Dios, porque un niño obediente es la delicia de sus padres y el orgullo de la familia, y así si somos obedientes a Dios, Él y la Virgen estarán más que felices con nosotros y nos concederán toda clase de bienes y favores.
Recordemos que la escritura dice que el hombre obediente cantará victoria, Y recordemos también que todo pecado es una desobediencia a Dios.
Entonces, cuanto más obedientes seamos a la voluntad de Dios, a los Mandamientos, a las enseñanzas del Evangelio y de la Iglesia, a nuestros deberes de estado y a nuestra vocación; tanto más seremos santos y lograremos más perfectamente la infancia espiritual.
Debemos esforzarnos por obedecer en todo a Dios, no solo en las cosas grandes e importantes, sino en las cosas de todos los días.
Cuando tengamos una inspiración de Dios, tratemos de seguirla y ser fieles a ella, porque si somos fieles, el Señor nos irá confiando misiones cada vez más grandes e importantes, ya que Dios confía en sus hijos obedientes y los trata como a verdaderos amigos suyos.
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