12.12.2014

Docenario Guadalupano Viernes, 12 de diciembre de 2014

Docenario Guadalupano Viernes, 12 de diciembre de 2014 -
Padre Joaquín Gallo Reynoso, sacerdote jesuita
 
 
El Plan de salvación que tiene Dios sobre la humanidad nos lo ofrece a cada uno de nosotros para que podamos participar en su Reino glorioso por toda la eternidad. Y lo tenemos que asumir desde su perspectiva, que es sabia y poderosa, para que lo acojamos y lo vayamos realizando con eficiencia para que vaya tomando cuerpo cada día, cada año y cada siglo con nuestra colaboración y aun a pesar de nuestros pecados y la turbia historia de la humanidad. Sin embargo, Él es fiel, siempre fiel con todos nosotros y lo llevará hasta su realización final. Este Plan comprende al Acontecimiento Guadalupano en su importancia mundial. Dios ha querido que María esté ligada con este Plan, de manera especial, bajo su advocación Guadalupana y esto nos compromete como país a responderle a Dios mejor que como lo hizo su otro pueblo escogido, Israel. Por haberle fallado estamos como estamos y hemos de convertirnos a una vida de verdaderos hijas e hijos suyos para que brille su inmenso amor por nosotros en todas las latitudes del mundo. Pongámonos a su disposición sabiendo que Jesús, el Espíritu Santo y María de Guadalupe nos acompañarán en nuestra respuesta. A caminar con Ellos y Ella y a colaborar unos con otros para vivir en paz, justicia y fraternidad gozosa.
 
Primera consideración: Preparen el camino del Señor (Is 40, 3). Desde siglos, antes de la aparición de Jesús en la Tierra ya los profetas fueron convocados por el Padre para prepararle el camino a su Hijo. Ellos cumplieron su misión de anunciar tan gran acontecimiento y prepararle caminos al Señor que llegaría siglos después. Admiremos esta cariñosa Providencia del Padre para su Hijo y agradezcamos a los profetas su colaboración. Jaculatoria apropiada: Dios Padre, te alabamos y bendecimos, pues con Tu Providencia admirable le preparaste el camino a Tu Hijo.
 
Segunda consideración: Dice Dios: Construyan una calzada para el Señor. El Padre quiere que construyamos algo nuevo, que no nos quedemos de brazos cruzados porque su Reino tiene que llegar para el bien de todos. Es la condición para que “se revele la gloria del Señor” (Is 40, 5). ¿Estamos dispuestos a hacer tangible y construir el Reino del Padre según el estilo de Jesús, con la fuerza del Espíritu Santo y la ayuda de nuestra Madre Amada, de San Juan Diego y de much@s sant@s que nos acompañarán gozosos? Pidamos que así sea.
 
Tercera consideración: Hay que anunciar con fuerza la llegada poderosa del Señor. Dios nos pide que anunciemos con fortaleza, unión, congruencia y perseverancia su reinado que implica la conversión y que pide entrega, dedicación y esfuerzo, aunque de hecho de su parte llega y está llegando continuamente gracias a su misericordia. Pero, ¿estamos realmente convencidos de la necesidad de que este Reino suyo llegue para tod@s? Santa María nos acompañará e inspirará cómo irlo haciendo, como lo hizo de manera tan perfecta en el Acontecimiento Guadalupano en el tiempo de Juan Diego. Oremos para que así sea.
 
Cuarta consideración: La llegada del Reino de Dios es por fidelidad suya… Dios no puede desmentirse a sí mismo. Y si se ha comprometido con nosotros ha sido por su inmensa bondad. Él nos llama a colaborar con Él para que en verdad pueda haber mejores vías y caminos para que la comunidad humana y nuestro país, de manera privilegiada, seamos salvados. Como nos dice San Pedro: “Nosotros confiamos en la promesa del Señor y esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia” (2Pe 3, 13). Oremos para que llegue a México este nuevo estilo de vida, a todos con nuestra colaboración.
 
Quinta consideración: Las mensajeras y misioneras que han de preparar los caminos de Dios. Dios confía en nosotros, como confió en María, en San José, en Juan Diego… Es increíble lo que han podido hacer muchos hombres y mujeres de todos los tiempos y en casi todos los lugares porque confiaron en Dios y confiaron en sí mismos. Leemos que en “cumplimiento de la Palabra del Señor apareció en el desierto Juan Bautista.” (Mc 1, 4) un hombre fuera de serie que preparó el camino del Señor Jesús en su tiempo, pero que tuvo que prepararse fuertemente para realizar su misión. Hoy nos toca a nosotros, como discípulas y misioneras suyos, seguirnos capacitando de muchas formas para prepararle el camino al Señor en este lugar y en este tiempo que nos ha tocado vivir en este México querido. La defensa y salvación que nos ofrecen María y Jesús nos invitan a hacer lo mismo para construir una Patria solidaria. María vino a defender a los indígenas de la opresión que ejercían sobre ellos los recientes conquistadores y vino a mostrarles a ellos que era preciso que fueran hermanos y se hermanaran con los conquistados. Los grupos humanos que se encontraron entonces eran los naturales de estas tierras con todas sus creencias y valores y los que venían del otro lado del mar con los suyos. Cada grupo defendía lo suyo. Pero Ella los impulsó a caminar juntos en reconciliación y en nuevos caminos de paz. Y se fue haciendo el mestizaje que hoy gozamos y defendemos. Nuestra salvación, como dicen los salmos, ha venido del Señor y también de Santa María de Guadalupe. Defendamos también hoy nuestros valores humano-cristianos heredados y adquiridos y ofrezcamos nuestros apoyos a los más necesitados, a los que han ido perdiendo su dignidad para que se reencuentren consigo mismos en Dios y así ir haciendo una Patria solidaria, justa y participativa para todos. ¿Cooperamos para esto en nuestras familias y parroquias? ¿Estamos en grupos de servidores y nos preparamos allí para ser mejores servidores del Reino? Si no, ¿qué estamos esperando..? Pongamos nuestra capacitación en manos de nuestra Madre, Ella sí que sabe educar y capacitar como lo ha demostrado con Jesús, San Juan Diego y tantísimos más. Glosemos y vivamos de la siguiente manera el canto tan conocido de “Mexicanos volad presurosos” y digamos: “Mexicanos vivamos alegres, nuestra tierra María visitó; Ella espera de todos nosotros: vida nueva, justicia y amor”. Apoyos bíblicos: Is 40,1-5.9-11; Salmo 85(84); Mc 1,1-8; Jn 15, 9-14; 1Jn 4,7-21. -

12.11.2014

docenario dia 11

Docenario Jueves, 11 de diciembre de 2014 -
 
 

Día 11: Vísperas de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Dios y Santa María de Guadalupe siempre nos sorprenderán, ayudarán y consolarán. Santa María de Guadalupe nos anima para formar un pueblo de resucitados. Mañana es la gran fiesta Guadalupana, la pascua anual de nuestra Madre entre nosotros que comenzó desde 1531.* Ella se nos ha hecho más cercana durante estos días de oración que empezamos con Ella que ha iluminado nuestro camino que ha estado siendo tan doloroso para todo México. Dejemos que nos siga llenando de Su amor y nos conduzca por mejores caminos a todos los mexicanos.* Recordemos que mañana será la consagración de cada uno de Sus hijas e hijos y nos hemos de preparar bien, con oración, yendo con alegría al encuentro de nuestra Madre como lo hicieron los coetáneos de Juan Diego en 1531. Hoy y mañana de manera especial nos unimos a todos los que han peregrinado al Tepeyac desde las primeras peregrinaciones que hubo para ver a la Virgen en un éxodo Guadalupano inacabable para encontrarnos con Ella. *Primero fue la peregrinación de la casa del señor obispo Zumárraga a la iglesia mayor que después fue la catedral, y 14 días después del día 12 la que le hicieron los primeros que tuvieron la dicha de hacerle Su casa terrenal en el Tepeyac. Nos unimos también a los que han a peregrinado hasta la Basílica desde sus lugares de origen y volverán a ellos con sus antorchas como lo hacen tantísimos antorchistas Guadalupanos. Gocemos y agradezcamos a Dios tantos favores y tanto bien recibido por tan innumerables hermanos. *Démosle gracias a María, nuestra Madre, por Su amor, Su fidelidad, Su presencia cariñosa entre nosotros y por todos los bienes que nos ha conseguido de Dios para cada uno y para todos, para nuestra Patria también, desde el Tepeyac. Hoy consideraremos el relato del Nican Mopohua (#212-218) sobre el primer traslado. Consideraremos cómo nuestra Madre María sigue animando a nuestro pueblo, es el alma de México, nuestra gran Animadora que nos entusiasma a seguir a Jesús, a glorificar al Padre y a aceptarnos y apoyarnos colectivamente como hermanos. Sigamos Sus consejos y ejemplos para que México se levante de su postración y viva de nuevo como quiere nuestro Dios.
 
 Primera consideración.- El señor Obispo trasladó la imagen de la Reina del Tepeyac de su oratorio a la iglesia mayor para que todos tuvieran la oportunidad de admirarla. (212-213) ¡Qué bella escena provocada por la devoción y admiración de un pueblo que quiere conocer a su Madre! ¡Qué don de Dios haber hecho esta señal para que todos pudiéramos conocer a nuestra Madre de una manera tan original y magnífica! Pensemos y sintamos cómo la mayoría que iba todavía no estaba bautizada. ¡Qué labor tendrían en esos días Juan Diego y Juan Bernardino para evangelizar y dar su testimonio a todos los que iban pasando! ¡Qué respeto y veneración de todos para estos santos hombres de su pueblo! Imaginemos cómo Juan Diego estaría cerca de Ella esos días para contarles a todos lo que él había vivido. Juan Bernardino les contaría cómo lo había sanado. ¡Qué alegría y entusiasmo de todos! ¡Qué grandes animadores de ese pueblo indígena fueron la Virgen, Juan Diego y Juan Bernardino!
 
 Segunda consideración.- La ciudad se estremeció ante el Acontecimiento de La Virgen de Guadalupe. (214) ¡Qué espectáculo tan extraordinario, digno de ser registrado en nuestra historia Patria como el momento de la verdadera gestación de ese pueblo nuevo, el origen de nuestro nacimiento e inicio del estremecimiento religioso y piadoso de una nación, que a partir de entonces, lleva a María en el corazón! ¡Qué bella manera de decirnos el influjo que tuvo la presencia de María en la ciudad! Ella fue capaz de estremecerla entonces. Y vemos cómo sigue siendo realidad eso hoy todavía. ¡Y cómo está especialmente presente para todos desde el 11 de diciembre -este día- en la noche hasta el 12 en la noche! Es una pascua del pueblo; casi todo el pueblo de México está al pendiente de la mañanitas, de lo que allí sucede; todos quisiéramos hacernos presentes. Es el día de la Madre de México. Agradezcámosle a Dios, Dador de vida, que nos haya dejado a nuestra Madre en el Tepeyac. Pidámosle que los mexicanos sepamos responder a esta elección Suya y que seamos misioneros de Su amor.
 
Tercera consideración.- Los que visitaban a María reconocían que era un don de Dios. (215) En verdad esto lo siguen comprobando los años y las ciencias. ¿Cómo explicarse que un ayate de dos piezas dure más de 480 años sin deshacerse o desintegrarse estando en exhibición en una zona húmeda y salitrosa? ¿Cómo explicar que durante muchos años alrededor de quince ciencias investiguen sobre este hecho portentoso de Dios y confirmen que no está hecho por mano humana? Todavía hoy muchísimos seguimos opinando que Dios es el autor de todo esto puesto que este Acontecimiento Guadalupano sigue convocando a artistas, escritores, científicos y a tantos más a reconocer que Dios es grande, que es el único capaz de hacer maravillas de este estilo. Como dice el apóstol Santiago: «toda dádiva buena y todo don perfecto desciende del Padre de las luces» (Sant. 1,17). Gracias, Padre, por este don insólito de Tu amor. Gracias, Jesús, por darnos a Tu Madre como Madre nuestra. Gracias Espíritu Santo, porque has hecho maravillas en María y porque a través de Ella nos animas y llamas a todos a vivir la perfección, el amor, la santidad. ¡Gloria y alabanza a nuestro Dios y Señor!
 
Cuarta consideración.- Los que acudían ante la Virgen María le presentaban sus plegarias (216). ¡Y cómo no, si es la Madre cariñosa de mirada misericordiosa y compasiva! Con razón todos acudimos a Ella para contarle nuestras cosas y pedirle que interceda un nuestro favor, ante Su Hijo. Ella que es amparo, auxilio y defensa nuestra como se lo prometió a Juan Diego nos anima a acudir a Ella misma con toda confianza, y siempre, en nuestras necesidades. Pidámosle por todos para que Dios sea glorificado por esta salvación que realiza entre nosotros; que nos obtenga vivir el plan de Dios sobre todos para que reinen la paz, la justicia, la misericordia y todas las obras buenas que el Padre espera de nosotros para conseguir con el la civilización del amor, de la paz con justicia y solidaridad..
 
Quinta consideración.- «Todos admiraban la Imagen no pintada por mano humana y comprobaban cómo milagrosamente había aparecido» (217-218). Imaginemos esta escena en que los primeros que fueron a visitar a María la tenían al alcance de las manos, inclusive tan cerca de sus ojos. Estaban tan cerca. Era tan pequeña la habitación que todos se podían acercar mucho: tocarla, besarla. ¿qué comentarían los que tuvieron la dicha de ser los primeros testigos de este gran acontecimiento? Pero Dios hizo este milagro no sólo para Juan Diego, el Obispo y los demás de entonces; nos la ha dejado permanentemente en Su casa del Tepeyac para gloria Suya, de María, de nosotros, del mundo. El quiere que allí, de una manera especialísima, experimentemos el amor materno de María por cada uno. Quiere que todos recibamos el ánimo para seguir viviendo la perfección del Evangelio. Dios le puso Su casa a María y ahora todos acudimos a Ella y seguimos admirando las maravillas de Dios. Y así será hasta el final de la historia humana. Unámonos a María para proclamar que sólo Dios es grande, que no tiene fin Su amor y Su bondad permanece para siempre. Este es el final de la narración original indígena: la comprobación de que Dios es el Autor magnífico de este milagro permanente en el Tepeyac. Y desde entonces María se quedó en México para todos. y especialmente l@s más necesitad@s de Su consuelo y protección. Apoyos Bíblicos .- Jn. 11, 32-45 Salmo: 150 Frase del Evangelio: «Yo les digo: si ellos se callan hasta las piedras gritarán». Lc. 19,40 Hoy podemos componer una letanía hermosa a favor de nuestra Madre admirable, perfecta, animadora. ¿Lo hacemos?. Oración final el Magnificat de la Virgen (Lc. 1, 46-55) ++ Para la gloria de Dios y de Santa María de Guadalupe ++ Joaquín Gallo Reynoso S.I. Vísperas de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Dios y Santa María de Guadalupe siempre nos sorprenderán, ayudarán y consolarán. Santa María de Guadalupe nos anima para formar un pueblo de resucitados. Mañana es la gran fiesta Guadalupana, la pascua anual de nuestra Madre entre nosotros que comenzó en 1531. Ella se nos ha hecho más cercana durante estos días de oración que empezamos con Ella que ha iluminado nuestro camino, que ha sido tan doloroso para todo México. Dejemos que nos siga llenando de su amor y nos conduzca por mejores caminos a todos los mexicanos. Recordemos que mañana será la consagración de cada uno de sus hijas e hijos y nos hemos de preparar bien, con oración, yendo con alegría al encuentro de nuestra Madre como lo hicieron los coetáneos de Juan Diego en 1531. Hoy y mañana de manera especial nos unimos a todos los que han peregrinado al Tepeyac desde las primeras peregrinaciones que hubo para ver a la Virgen en un éxodo Guadalupano inacabable para encontrarnos con Ella. Primero fue la peregrinación de la casa del señor obispo Zumárraga a la iglesia mayor, que después fue la catedral, y 14 días después del día 12, la que le hicieron los primeros que tuvieron la dicha de hacerle su casa terrenal en el Tepeyac. Nos unimos también a los que han peregrinado hasta la Basílica desde sus lugares de origen y volverán a ellos con sus antorchas como lo hacen tantísimos antorchistas Guadalupanos. Gocemos y agradezcamos a Dios tantos favores y tanto bien recibido por tan innumerables hermanos. Démosle gracias a María, nuestra Madre, por su amor, su fidelidad, su presencia cariñosa entre nosotros y por todos los bienes que nos ha conseguido de Dios para cada uno y para todos, para nuestra Patria también, desde el Tepeyac. Hoy consideraremos el relato del Nican Mopohua (212-218) sobre el primer traslado. Consideraremos cómo nuestra Madre María sigue animando a nuestro pueblo, es el alma de México, nuestra gran Animadora que nos entusiasma a seguir a Jesús, a glorificar al Padre y a aceptarnos y apoyarnos colectivamente como hermanos. Sigamos sus consejos y ejemplos para que México se levante de su postración y viva de nuevo como quiere nuestro Dios. Primera consideración: El señor Obispo trasladó la imagen de la Reina del Tepeyac de su oratorio a la iglesia mayor para que todos tuvieran la oportunidad de admirarla (212-213). ¡Qué bella escena provocada por la devoción y admiración de un pueblo que quiere conocer a su Madre! ¡Qué don de Dios haber hecho esta señal para que todos pudiéramos conocer a nuestra Madre de una manera tan original y magnífica! Pensemos y sintamos cómo la mayoría que iba todavía no estaba bautizada. ¡Qué labor tendrían en esos días Juan Diego y Juan Bernardino para evangelizar y dar su testimonio a todos los que iban pasando! ¡Qué respeto y veneración de todos para estos santos hombres de su pueblo! Imaginemos cómo Juan Diego estaría cerca de Ella esos días para contarles a todos lo que él había vivido. Juan Bernardino les contaría cómo lo había sanado. ¡Qué alegría y entusiasmo de todos! ¡Qué grandes animadores de ese pueblo indígena fueron la Virgen, Juan Diego y Juan Bernardino! Segunda consideración: La ciudad se estremeció ante el Acontecimiento de la Virgen de Guadalupe (214). ¡Qué espectáculo tan extraordinario, digno de ser registrado en nuestra historia Patria como el momento de la verdadera gestación de ese pueblo nuevo, el origen de nuestro nacimiento e inicio del estremecimiento religioso y piadoso de una nación, que a partir de entonces lleva a María en el corazón! ¡Qué bella manera de decirnos el influjo que tuvo la presencia de María en la ciudad! Ella fue capaz de estremecerla entonces. Y vemos cómo sigue siendo realidad eso hoy todavía. ¡Y cómo está especialmente presente desde el 11 de diciembre -este día- en la noche hasta el 12 en la noche! Es una pascua del pueblo; casi todo el pueblo de México está al pendiente de la mañanita, de lo que allí sucede; todos quisiéramos hacernos presentes. Es el día de la Madre de México. Agradezcámosle a Dios, Dador de vida, que nos haya dejado a nuestra Madre en el Tepeyac. Pidámosle que los mexicanos sepamos responder a esta elección suya y seamos misioneros de su amor. Tercera consideración: Los que visitaban a María reconocían que era un don de Dios (215). En verdad esto lo siguen comprobando los años y las ciencias. ¿Cómo explicarse que un ayate de dos piezas dure más de 480 años sin deshacerse o desintegrarse estando en exhibición en una zona húmeda y salitrosa? ¿Cómo explicar que durante muchos años alrededor de quince ciencias investiguen sobre este hecho portentoso de Dios y confirmen que no está hecho por mano humana? Todavía hoy muchísimos seguimos opinando que Dios es el autor de todo esto puesto que este Acontecimiento Guadalupano sigue convocando a artistas, escritores, científicos y a tantos más a reconocer que Dios es grande, que es el único capaz de hacer maravillas de este estilo. Como dice el apóstol Santiago: “Toda dádiva buena y todo don perfecto desciende del Padre de las luces” (Sant 1, 17). Gracias, Padre, por este don insólito de tu amor. Gracias, Jesús, por darnos a tu Madre como Madre nuestra. Gracias Espíritu Santo, porque has hecho maravillas en María y porque a través de Ella nos animas y llamas a todos a vivir la perfección, el amor, la santidad. ¡Gloria y alabanza a nuestro Dios y Señor! Cuarta consideración: Los que acudían ante la Virgen María le presentaban sus plegarias (216). ¡Y cómo no, si es la Madre cariñosa de mirada misericordiosa y compasiva! Con razón todos acudimos a Ella para contarle nuestras cosas y pedirle que interceda en nuestro favor ante su Hijo. Ella que es amparo, auxilio y defensa nuestra, como se lo prometió a Juan Diego, nos anima a acudir a Ella misma con toda confianza y, siempre, en nuestras necesidades. Pidámosle por todos para que Dios sea glorificado por esta salvación que realiza entre nosotros; que nos obtenga vivir el plan de Dios sobre todos para que reinen la paz, la justicia, la misericordia y todas las obras buenas que el Padre espera de nosotros para conseguir con Él la civilización del amor, de la paz con justicia y solidaridad. Quinta consideración: “Todos admiraban la Imagen no pintada por mano humana y comprobaban cómo milagrosamente había aparecido” (217-218). Imaginemos esta escena en que los primeros que fueron a visitar a María la tenían al alcance de las manos, inclusive tan cerca de sus ojos. Estaban tan cerca. Era tan pequeña la habitación que todos se podían acercar mucho: tocarla, besarla. ¿Qué comentarían los que tuvieron la dicha de ser los primeros testigos de este gran acontecimiento? Pero Dios hizo este milagro no sólo para Juan Diego, el Obispo y los demás de entonces; nos la ha dejado permanentemente en su casa del Tepeyac para gloria suya, de María, de nosotros, del mundo. Él quiere que allí, de una manera especialísima, experimentemos el amor materno de María por cada uno. Quiere que todos recibamos el ánimo para seguir viviendo la perfección del Evangelio. Dios le puso su casa a María y ahora todos acudimos a Ella y seguimos admirando las maravillas de Dios. Y así será hasta el final de la historia humana. Unámonos a María para proclamar que sólo Dios es grande, que no tiene fin su amor y su bondad permanece para siempre. Éste es el final de la narración original indígena: la comprobación de que Dios es el Autor magnífico de este milagro permanente en el Tepeyac. Y desde entonces María se quedó en México para todosy especialmente l@s más necesitad@s de su consuelo y protección… Apoyos bíblicos: Jn 11, 32-45; Salmo: 150.Frase del Evangelio: “Yo les digo: si ellos se callan hasta las piedras gritarán” (Lc 19, 40).Hoy podemos componer una letanía hermosa a favor de nuestra Madre admirable, perfecta, animadora. ¿Lo hacemos?Oración final: el Magnificat de la Virgen (Lc 1, 46-55). -

12.10.2014

Docenario Guadalupano Miércoles, 10 de diciembre de 2014 -

Docenario Guadalupano Miércoles, 10 de diciembre de 2014 -
 
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Dios y María de Guadalupe siempre nos sorprenderán, nos ayudarán y consolarán.
Ante las consideraciones que hemos venido haciendo ante la situación del país y nuestras fiestas guadalupanas, ante tanto dolor y el testimonio de María y de San Juan Diego a quien celebramos ayer, ¿qué luz nos pueden ofrecer la Sagrada Familia y la familia de San Juan Diego a este respecto? ¿Cómo vivieron su vida como conciudadanos, como quienes vivieron en un mismo sitio junto con otros, a veces nada cordiales, para hacer que la sociedad mantuviera grados altos de vida cívica entre sus miembros? Ellos nos ayuden a imitar y vivir las virtudes cívicas, tan necesarias en nuestro país y en todas nuestras ciudades y poblaciones.
 
Primera consideración: La Sagrada Familia cumplía sus deberes cívicos. Tenemos la certeza de lo bien cumplidos que eran María y José en acontecimientos ciudadanos como el censo que mandó hacer César Augusto en todos sus dominios. Gracias a la obediencia prestada a este acontecimiento cívico entre los israelitas se pudieron cumplir las profecías que decían que el Mesías nacería en Belén. Nos puede ayudar leer en San Lucas (2, 1-7 ) este acontecimiento. Por su lado, San Juan Diego y María Lucía habrán vivido los valores cívicos propios de sus tradiciones indígenas. Pidamos por todos los pueblos y naciones que hoy, todavía, son dominados por otras culturas ajenas. Jaculatoria: Santa María y San José, enséñenos a vivir las virtudes cívicas como le gusta a Él.
 
Segunda consideración: La Sagrada Familia y otras virtudes cívicas practicadas por ellos. En los pueblos la mayoría se conoce. Las virtudes o defectos quedan al descubierto con mucha facilidad. Imaginemos la limpieza del frente de la casa que habitaron Ellos, la recolección y eliminación o aprovechamiento de la basura cotidiana, el ofrecer apoyo a personas mayores o más necesitadas, el cumplimiento a los compromisos hechos, el trabajo realizado con honestidad y eficiencia, la colaboración en alguna campaña que posiblemente pudieron realizar por entonces. Imaginemos a la Sagrada Familia viviendo con amor y respeto todos estos valores cívicos. Lo mismo podemos imaginar en la familia de Juan Diego y María Lucía, pues en su cultura vivían muy fuertes valores civiles, muchos servicios comunitarios muy bien acogidos y llevados por toda la población. Preguntémonos qué valores cívicos podemos vivir más conscientemente como familias creyentes en el Dios comprometido que nos presentan la Virgen y Juan Diego. ¿Vivimos al estilo de la Familia del Señor, de la de Juan Diego?
 
Tercera consideración: Jesús pagó impuestos -o diezmos- como consta en el Evangelio. Nos debe maravillar y conmover el hecho de que el Hijo de Dios, Inspirador de la obra de la creación, tuviera que pagar impuestos para el templo. Es algo conmovedor y bellísima la manera de hacerlo: en esa ocasión le dijo a Pedro: “Qué te parece, Simón, ¿de quién cobran tasas o tributo los reyes, de sus hijos o de los extraños?”. Al contestar él: “De los extraños”, Jesús le dijo: “Por tanto, los hijos quedan libres. Pero para que no se escandalicen, vete al mar, echa el anzuelo y el primer pez que salga cógelo, ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y dala por ti y por Mí.” (Mt 17, 25-27). Esto se llama amistad, prudencia, solidaridad con el amigo, respeto de la debilidad de los otros, habilidad para conseguir lo necesario. Esto lo vivió Jesús en su casa y en su ministerio apostólico. Gocemos por tenerlo como nuestro Líder y Maestro..! ¡Lo que no habrán aprendido de Él sus Apóstoles y discípulos..!
 
 Cuarta consideración: Jesús cumplió con los ritos prescritos para la salud. Como buen ciudadano, con la conciencia de ser parte de un pueblo en camino, Jesús cumplió con las prescripciones médicas de salud de su tiempo para garantizar la salud colectiva y el bien de cada persona. Esto fue muy notable con los leprosos a quienes se les tenía fuera de la población, de la ciudad, para que no contaminaran a otros. Para reincorporarse a la comunidad tenían que presentarse ante las autoridades, ya libres del mal, para no contaminar a otros y para poder ser declarados sanos. Nos puede ayudar la lectura de San Lucas (8, 1-4). Alabemos al Señor “que todo lo hizo bien.” y procuremos hacer todo el bien que podamos, al estilo de la Sagrada Familia y de la familia de nuestro profeta mexicano y su familia.
 
Quinta consideración: Los discípulos del Señor aprendieron a llevar una vida comprometida con la comunidad como se lo había enseñado Jesús. El Señor formó a sus discípulos para el servicio de su pueblo. Al amar tanto a los suyos quiso dejarnos, a través de ellos y ellas, un testimonio de servicio a la comunidad local donde uno habita. Él los mandó a sanar, a curar, a proclamar el Reino de los hermanos y amigos en Él. Nos quiso hacer su carta de presentación como nos dice San Pablo: “Somos cartas escritas por Él.”. ¡Qué grande es nuestra responsabilidad como creyentes en Él para hacer una mejor ciudad, para que nuestras poblaciones sean ecológicamente sanas, para que haya un recto orden de acciones que lleven a garantizar el bien para todos! ¿Qué tan dispuestos estamos a colaborar con nuestros municipios para que haya más avances para todos? ¿Somos verdaderos emisarios de buenas noticias para los demás como lo fue el Señor Jesús? Pidamos a Nuestra Madre nos conceda ser magníficos ciudadanos. En el Acontecimiento Guadalupano, María vino a hacerse Una con nosotros, a decirnos que quiere “remediar, sanar, curar nuestras diferentes penas, miserias, dolores.” (N.M. 32). Por eso Dios le puso casa en el Tepeyac para que fuera conciudadana nuestra y así aprendiéramos a construir la Civilización de la justicia, la paz, la solidaridad fraterna. Así entendió Juan Diego que debía vivir por su pueblo en la ermita del Tepeyac y así lo realizó durante los siguientes 17 años después de las Apariciones. Como nos dice San Ignacio: agradezcamos tanto bien recibido: de Dios, de María, de nuestras familias, de las comunidades y pueblos donde nacimos y nos desarrollamos. Unamos nuestras fuerzas para lograr un México, un Yucatán más promovido socialmente para que otros tengan vida, la vida que nos inspira a todos el Señor Jesús. María nos dice, como a Juan Diego: “Anda, haz lo que esté de tu parte” (N.M. 37). ¡Manos a la obra!Apoyos bíblicos: Isaías 58, 6-12; Mt 10, 7-13; Hech 2, 42-47 y 4, 34-35.

12.09.2014

san Juan diego

Docenario dia 9

Docenario Martes, 9 de diciembre de 2014 -
 
 Fiesta de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Estamos a unos días de celebrar la gran fiesta de Nuestra Madre, Santa María de Guadalupe. Hoy celebramos de manera muy especial a Juan Diego, el primer gran héroe nacional. Pero él no estaría en nuestra historia de una manera tan importante si no hubiera estado junto a él nuestra Madre Santísima, la más perfecta de entre todos los Santos y Santas de Dios y si él no hubiera acogido y vivido con plenitud su propia vocación y misión. Nos vamos a detener en la persona más importante para la evolución de la fe en el México del siglo XVI, en los inicios de la evangelización de este inmenso territorio de América: Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el profeta de Dios y de Santa María de Guadalupe. Él nos podrá iluminar en el camino que hemos de recorrer como él para levantar a nuestro país de la postración en que está, como él lo hizo en su tiempo, en que estaba terriblemente dañado por la Conquista. Pidámoselo.
 
Primera consideración: Juan Diego, un hombre cabal, hombre de su pueblo. Lo primero que conocemos y admiramos de Juan Diego es que fue un hombre muy de su tiempo, enraizado en las costumbres de su pueblo y muy apreciado. Hizo honor a su nombre indígena: Cuauhtlatoatzin, el que habla como águila. es decir, tener la misión de dar las mejores noticias, de luchar los mejores combates. Así fue Juan Diego. De él decían en su tiempo a los niños y jóvenes: “Ojalá seas un Juan Diego”. Aprendamos de él a vivir a fondo nuestra propia vocación. Jaculatoria para este día: Juan Diego del Tepeyac, enséñanos a contemplar a Jesús, Eucaristía, que en los sagrarios está.
 
 
Segunda consideración: Juan Diego, un hombre que supo cultivar su fe. El relato de las apariciones se inicia cuando Juan Diego va a México, desde Tulpetlac, a 14 kilómetros de Tlatelolco, para su clase de catecismo. Nos dice la narración: “Era sábado, muy de madrugada, venía para seguir las cosas de Dios y sus mandatos…” (N.M. 6). Él fue un hombre casado que se había preparado para su Bautismo junto con su mujer, Malintzin, que falleció poco tiempo después de haberlo recibido. Pidámosle que nos enseñe a cultivar nuestra fe, sobre todo en la presencia del Señor en el misterio Eucarístico como él lo hizo. Y que nos ayude a tener más fe todos los mexicanos aun a pesar de que las circunstancias sean tan contradictorias.
 
 
Tercera consideración: Juan Diego, un hombre que creyó en los sacramentos de la Iglesia. Podemos darnos cuenta de cómo estimó Juan Diego los sacramentos al considerar que tenía que recorrer tantos kilómetros desde su casa hasta el centro de la gran Tenochtitlán y esto cada domingo. Pero, además, en el relato aparece que ante la enfermedad de su tío Juan Bernardino no dudó en cumplir el deseo de su pariente para que “… saliera hacia Tlatelolco para llamar a algún sacerdote que fuera para confesarlo, que fuera a prepararlo porque ya estaba seguro que era el tiempo, el lugar de morir…” (N.M. 97 y 98). Como buen cristiano adulto en su fe, Juan Diego se encaminó hacia México a solicitar los auxilios espirituales pedidos por su tío… Aprendamos de él a hacer los servicios que se nos piden y también a estimar y participar en nuestros sacramentos. Alejarnos de ellos es sucumbir ante los enemigos espirituales que buscan nuestro daño.
 
 
Cuarta consideración: Juan Diego estimó de manera especial el sacramento de la Eucaristía. Los cristianos católicos, adultos en nuestra fe, no podemos dejar a un lado la celebración eucarística y la participación activa en el sacramento que nos entrega al mismo Jesús. Comer de su Cuerpo, beber de su Sangre es indispensable para vivir con heroísmo, al estilo de Él, hasta dar la vida por los demás. Eso no se puede lograr sin la fortaleza que da la Eucaristía. Bien lo sabía y así lo vivía Juan Diego, quien aparece que participa en la Eucaristía del domingo 10 de diciembre en Tlatelolco antes de ir a hablar por segunda vez con el obispo fray Juan de Zumárraga. Dice la narración original: “Y a eso de las diez fue cuando ya estuvo preparado: se había oído misa y se había nombrado la lista y se había dispersado la multitud… Juan Diego se dirigió a la casa del Señor Obispo” (N.M. 69-70). Nosotros, ¿qué tanto estimamos la Eucaristía; sacamos fuerza de ella? ¿Cómo nos preparamos y participamos en ella? (Lc 22, 10-20).
 
 
Quinta consideración: Juan Diego amó muchísimo a Santa María de Guadalupe. Imaginemos la cantidad de tiempo que Juan Diego se pasó ante la Imagen-presencia de la Virgen Guadalupana. Durante horas él tuvo tiempo para atenderla durante 17 años en la casita de la Señora del cielo y de la tierra; tuvo pláticas íntimas con Ella, la dio a conocer a miles. Aprendamos de Juan Diego este amor a nuestra Madre a quien decía: “Mi Niña, Mi jovencita, Santa Madre de Dios, Mi Dueña, La Amada Madre de Dios.” (N.M. 110. 116. 165). Él nos enseñe a amarla así, a estar con Ella, a darla a conocer y amar a otr@s lo mismo que al Señor Jesús, Nuestro Pan, Luz, Vida y Salvador… ¿No será que México está tan postrado por haber abandonado al Señor; porque las familias ya no son fieles para vivir con alegría los compromisos contraídos con Dios en el Bautismo, la Confirmación, la Eucaristía, el Matrimonio sacramental..? Volvamos a la fidelidad con Él, el Dios de la vida y del amor y México mejorará, progresará, porque Dios y María son fieles. Apoyos bíblicos: Lc 2, 41-52; Col 3, 1-17; Salmos 111(110) y 148. -

12.08.2014

Docenario Guadalupano Lunes, 8 de diciembre de 2014 -

Docenario Guadalupano Lunes, 8 de diciembre de 2014 -

Padre Joaquín Gallo Reynoso, sacerdote jesuita

 Fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen. Hoy vamos a dedicar estas consideraciones a la obra suprema de Dios después de la Encarnación del Verbo-Palabra Eterna del Padre. Gocemos esta realidad que supera todas las expectativas humanas. Y encomendemos a tantos niños que estarán siendo concebidos hoy mismo para que les respeten la vida y crezcan sanos y santos como Dios y María quieren. Pidamos la conversión de nuestro país porque ante la Inmaculada concepción y vida de María estamos muy sucios y contaminados.

Primera consideración: María fue predestinada por Dios desde la eternidad para ser Madre del Hijo de Dios y por lo tanto Inmaculada en todo. Imaginemos al Padre cómo elige a María. ¡Cómo se la imagina! Cómo determina que nazca sin pecado original. ¡Qué belleza concibe la Santísima Trinidad para que pueda descender a este mundo la segunda Persona Divina, el Verbo Eterno del Padre! Dios hizo posible este acontecimiento único en la historia porque María iba a ser la Madre del Mesías-Dios-Salvador. Todo el universo se queda chico ante la belleza incontaminada de María. Pidámosle a Ella que nos enseñe a amar y a sorprendernos del amor y poder de Dios, como Ella lo hace.

Segunda consideración: María es concebida sin pecado original. La obra suprema de Dios hasta ese momento de la Historia fue la concepción de la Santísima Virgen sin pecado. ¡Qué increíble regalo de Dios para Ella y para la humanidad: alguien de nuestra raza fue liberada de los efectos destructores del pecado original; alguien de nosotros pudo ser y es perfectamente agradable a la Santísima Trinidad! ¡Qué gloria para el Dios poderoso y humilde y qué alegría para toda la Tierra! Pidámosle al Espíritu Santo que nos lleve de la mano para adentrarnos en este sublime misterio… Y pensemos que esta misma Virgen Inmaculada así se le presentó a Juan Diego en el Tepeyac. Sintamos la alegría de Dios en nosotros…

Tercera consideración: Los padres de la Virgen María la esperaron con todo su amor. Imaginemos cómo estarían San Joaquín y Santa Ana durante la espera de la llegada de la Virgen María. Según la tradición antiquísima de la Iglesia ésos fueron sus nombres. Hay inclusive la tradición de que el Arcángel San Gabriel también le anunció a San Joaquín el nacimiento de su Hija cuando ya eran muy mayores de edad. Haya sido como haya sido, lo cierto es que hubo una pareja que esperó con todo su amor a la que iba a ser la Madre del Salvador, la Inmaculada, aunque no entendieran ni qué era eso ni cómo había sucedido eso en el vientre de Santa Ana.. ¡Qué misterio el de la concepción de María y qué misterio cada persona humana! Hemos de maravillarnos ante cada niño que es esperado porque Dios tiene una vocación, una llamada, un deseo único e irrepetible para cada uno de nosotros. Pidamos durante las Ave Marías por los niños que están siendo esperados hoy en el mundo.

Cuarta consideración: María nace entre nosotros y para nosotros. Imaginemos ese hermosísimo momento para toda la humanidad: la que va a ser la Madre del Señor nace entre nosotros. ¡Qué alegría para toda la Tierra que Dios haya tenido esta bondad con Ella y con todos nosotros porque es Nuestra Madre! Imaginemos la admiración de los mismos ángeles. Por fin apareció en la Tierra la que iba a abrir el camino de la reconciliación de la humanidad con Dios mismo. Gocemos este acontecimiento que enorgullece a toda la humanidad. En este día sí, como cantamos en las Mañanitas, nacieron todas las flores… el día que nació la Flor mayor de Dios. Ella nos libre de pecar.

Quinta consideración: Santa María de Guadalupe vino a México a sanarnos (N.M. 32). La misma Inmaculada María se presentó en México para sanarnos, curarnos de todas nuestras diferentes penas, miserias y dolores como se lo dijo a Juan Diego. Y si las personas del momento de la aparición lo necesitaban, mucho más nosotros, que somos millones y millones más y mucho más contaminados por el pecado que ell@s… Que la oración que estamos haciendo estos días en todo el país para reconsagrarlo a Santa María de Guadalupe el día 12 a las 12 i.m. y el hecho mismo de hacerlo en la Eucaristía en que participemos o en nuestras casas nos ayude a vivir una vida más digna como verdader@s hij@s de Dios y de nuestra Madre tan amada. Ella nos sane con todo su amor maternal. Apoyos bíblicos: Lc 1, 5-25 y 26-38; Ef 1, 3-19; Isaías 43, 1-4; Salmo 139(138). -
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12.07.2014

Docenario Guadalupano Domingo, 7 de diciembre de 2014 -

Docenario Guadalupano Domingo, 7 de diciembre de 2014 -
En este día vamos a seguir contemplando el Acontecimiento Guadalupano desde la perspectiva del testimonio que hemos de dar como cristianos, católicos, mexicanos, al estilo de Cristo, ante un México en descomposición en picada. Vamos a inspirarnos en las dos personas del México de los inicios de su existencia para que nos iluminen cómo hemos de dialogar para lograr avances sustanciales en favor de otros. Veremos a Juan Diego dialogando profundamente con el Obispo. Lo hace con soltura, sencillez, emoción, profundidad. Y esto puede hacerlo gracias a las indicaciones precisas de María de cómo debería presentarle al Obispo todo lo que había vivido, visto, oído. María es la gran pedagoga y testigo que nos enseña a seguir a Cristo, a ser Sus testigos. Dispongámonos a aprender del relato original (N.M.) de las Apariciones. Juan Diego recuerda ante el Obispo Zumárraga cómo la Virgen lo mandó a la cumbre del cerrito a cortar las flores (N.M.170). Juan Diego recuerda, ante el Obispo, su obediencia a María y cómo subió al cerro según Su mandato. Imaginemos cómo estaría en ese momento ante el Obispo recordando el camino, la subida al cerro para recibir la señal de María. Nosotros también hemos de subir a las alturas de la santidad que el Padre quiere para nosotros. Aprendamos del Obispo a escuchar. Pidámosle a María que queramos creer y obedecer como Ella, como Juan Diego.

Segunda consideración.- Juan Diego le cuenta al Obispo cómo tuvo Fe en María cuando Ella le pidió que subiera al cerrito a cortar las flores (175). Juan Diego sabía que no era lugar propio ni el tiempo adecuado para que en el cerro del Tepeyac, en esa época, se dieran las flores. Pero como hombre de Fe subió confiado en la palabra de María. Así, creció en su Fe, no se estacionó en donde estaba. ¿Qué tanto hacemos para avanzar y madurar en nuestra Fe en Dios, en María..?

Tercera consideración.- Juan Diego recuerda ante el Obispo cómo encontró las flores (N.M.176-177). Contemplemos este hecho maravilloso en donde Juan Diego se siente ya en el paraíso. ¿Hemos tenido algún recuerdo de alguna experiencia que nos haya hecho sentirnos en el paraíso? Recordemos esos hechos y agradezcámoselos a Dios.

Cuarta consideración.- Juan Diego le dice al Obispo cómo cortó las flores, se las bajó del cerro a la Virgen y luego se las dio; Ella se las reacomodó en su ayate. (N.M.17171-173). En este momento del diálogo Juan Diego debió haber estado muy entusiasmado recordando y platicando cómo Ella tomó las flores con Sus manos y las puso en su ayate. Imaginemos la alegría de Juan Diego al recordar este hecho maravilloso de María con él: con qué cariño habrá tocado las flores María y se las habrá recolocado en la tilma a Juan Diego. Contemplemos esta escena como si estuviéramos en ese pequeño paraíso y disfrutemos con María y Juan Diego este acontecimiento.

Quinta consideración.- Juan Diego le dice al Sr. Zumárraga cómo la Virgen le pidió que sólo a él le diera personalmente la señal (N.M.178). Siempre las acciones de Dios son personales, siempre tienen muy en cuenta a cada persona en sí misma y en su relación con los demás. María procede del mismo modo personalizante, directo, que hace que cada uno se sienta persona. Con este detalle tan personal y directo el Sr. Zumárraga ya puede convencerse del deseo y voluntad de Dios y de María. La señal para el Obispo van a ser las flores: pero la señal globalizante de Dios va a ser también el crecimiento en la Fe de Juan Diego; la confianza que Él, y María, tienen a Su Iglesia, Su Pueblo, compuesto del pueblo fiel y la jerarquía; el hecho de hacer nuevas todas las cosas desde el Tepeyac; el sacar a los indígenas de su postración y liberarlos; el ratificar Su Alianza con todos. Todo esto es la Gran Señal que Dios y María dan a Fray Juan de Zumárraga, a Juan Diego, a todos nosotros. ¿Cómo nos sentimos ante esta Gran Alianza de Dios con nosotros? ¿Qué pensamos del poder y misericordia del que se preocupa tanto, personalmente, por cada uno de nosotros? Pensemos cómo hemos de ratificar nuestra confianza en el Dios de la Alianza, en el que es todo amor, compasión, fidelidad. Agradezcámosle a nuestra Madre que haya aceptado ser la Mensajera, La Magnífica Pedagoga y realizadora de esta Alianza. Ha sido la Gran Testigo de Dios ante nosotros todos estos siglos. Debe movernos, entusiasmarnos, saber que Dios y la Madre Santísima de Jesús y Madre nuestra nos protegen y cuidan tan personalmente. Esto nos compromete a ser Sus testigos sobre todo en este México tan adolorido. Oremos para asimilar esta experiencia. Para pensar qué podemos hacer en favor de nuestro país. Apoyos Bíblicos.- Hechos 10, todo el capítulo.- Salmo 19(18).- Del Evangelio: “Los discípulos salieron a predicar por todas partes con la ayuda del Señor, Quien confirmaba su mensaje con los milagros que hacían”. Mc 16,20 ++ Para la gloria de Dios y de Santa María de Guadalupe

12.06.2014

Docenario Sábado, 6 de diciembre de 2014 -:

Docenario Sábado, 6 de diciembre de 2014 -:

Este día vamos a considerar una de las virtudes más atractivas del mundo cristiano: la solidaridad. Jesús ha sido el modelo máximo de solidaridad con nosotros: nada como hacerse hombre todo un Dios verdadero. En el siguiente lugar está nuestra Madre que fue enviada por Dios con gran solidaridad primero con el mundo indígena y también con el mundo mestizo y aun de los criollos que estaban naciendo en México, y nuestra Madre se mostró compasiva y solidaria en extremo. Ahora lo está haciendo también ante tanto sufrimiento en nuestro país. Nuestro querido Juan Diego, aparece como muy solidario cuando fue hacia Tlatelolco por el sacerdote que ayudara a su tío a bien morir. Ante las circunstancias de tanto temor por la posible muerte de su tío, decidió irse por otro camino, pero María le salió al paso para apoyarlo, consolarlo, decirle que confiara en Ella. Ella es la Estrella Solidaria, Nuestra Madre Amabilísima, que ve y siente nuestras penas y angustias y corre, se acerca a ayudarnos. Por eso, este día la contemplamos muy solícita en favor de Juan Diego, en esta escena tan llena de Su amor hacia él, hacia Juan Bernardino, hacia nosotros.

Primera consideración.- María es la que a todas partes está mirando para cuidarnos a todos. (N.M. 104) Dios, el que es Amor Solidario con todos, le ha dado a nuestra Madre la capacidad de estar al pendiente de nosotros desde Su Asunción al cielo. ¿Cómo nos sentimos ante esta realidad? ¿Cómo recibimos y sentimos esta mirada Suya? ¿Cómo la miramos a Ella? ¿Cómo miramos toda la realidad que está a nuestro alrededor, y sobre todo, a los demás? Pidámosle a nuestra Madre que nos enseñe a mirar con Su mirada misericordiosa y compasiva.


Segunda consideración.- Juan Diego se da cuenta de cómo la Virgen desciende del cerro y como lo había estado mirando y esperado (N.M.105). Imaginemos la alegría y esperanza que pudo haber sentido Juan Diego por este encuentro porque Ella lo estaba esperando. A lo mejor sintió también cierto temor al pensar que lo iba a detener. Cuando vamos a visitar al Señor en el sagrario ¿cómo nos sentimos? Cuando vamos a algún lugar en donde se venera alguna imagen de María, sobre todo en el Tepeyac, cómo nos sentimos. ¿Les pasamos esta experiencia de Fe a otros? ¿Alguna vez hemos llegado a sentir que Ella nos mira? Pidámosle que nos muestre Sus ojos misericordiosos.


Tercera consideración.- María se acerca, le sale al encuentro a Juan Diego y le pregunta: “¿Qué pasa, mi hijito, a dónde vas, a dónde te diriges? ” (N.M.106-107). Para Juan Diego, ya no fue sólo sentir que Ella lo veía, ahora es estar con Ella, es sentirla cerca y tenerla allí, con él. Disfrutemos con Juan Diego esta presencia de María con nosotros. Pidámosle a nuestro Dios que nos haga sentirla cerca de nosotros hoy mismo con todo ese amor solidario que nos tiene a cada uno. Que les haga sentir este amor solidario a tantas familias que han estado sufriendo la desaparición de sus hijos o de personas cercanas a ellas.


Cuarta consideración.- La Virgen le pregunta a Juan Diego: “¿Qué pasa, hijito mío, a dónde te diriges? María es toda una Madre, se preocupa por Su hijito, quiere saber de él por él mismo; y en esa época Juan Diego tenía 57 años.. Cada uno de nosotros le importamos, somos valiosos para Ella porque es verdaderamente Madre nuestra. Sintamos que estas preguntas nos las hace personalmente a cada uno de nosotros hoy mismo. ¿Qué le respondemos? ¿Qué nos pasa hoy; cómo nos sentimos? ¿Qué nos preocupa? Expresémosle nuestros sentimientos y necesidades…

Quinta consideración.- Juan Diego es consolado increíblemente por la Reina celestial. Ella le dice que no tema con las palabras más convincentes y cariñosas. (N.M.118-120). Cuando Juan Diego sigue insistiendo en el dolor que tiene nuestra Madre le dice: “¿Mi hijto, escucha, ponlo en tu corazón.es poco lo que te afligió y perturbó. ¿No estoy Yo aquí que soy tu Madre?¿No estás bajo mi sombra y resguardo?¿No soy Yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos?¿Tienes necesidad de alguna otra cosa..? Que no te aflija la enfermedad de tu tío, ten por cierto que ya está bien. Contemplemos este encuentro gozoso de Madre e hijo. Disfrutemos estas palabras hoy dichas a nosotros por nuestra Madre. ¿Esto no nos pacifica y alegra? Pidámosle a nuestra Madrecita que nos enseñe a saber estar gozosos con Ella en la oración, el silencio, la contemplación de los misterios de la vida de Cristo. Que Ella misma nos enseñe a esperar contra toda esperanza ante lo que nos pasa y le pasa al mundo cada día. Aprendamos de Juan Diego a tratarla con mucha sencillez, cariño y familiaridad. Que él interceda por nosotros y de modo especial por el mundo indígena, su mundo, para que les alcance paz y consolación… Reflexionemos un poco más. La solidaridad nos debe caracterizar a los cristianos. Compartamos testimonios recientes de solidaridad que nos impulsen a ser más solidarios. Podríamos comentar con algun@s algo sobre la Madre Teresa de Calcuta, sobre la solidaridad del P. Miguel Agustín Pro S.J. en México, o de fray Maximiliano María Kolbe en Polonia, o de San Alberto Hurtado S.J. en Chile. Apoyos Bíblicos: Juan 8, 1-11; Lc. 1, 39-45 y 24, 13-35 Salmo: 85 (84) Descubramos la solidaridad de Jesús y de María en los textos del Evangelio de hoy. Que esto nos ayude para que busquemos compromisos más concretos al estilo de Jesús y María. Frase del Evangelio: ¿”Quién soy yo para que la Madre de mi Señor venga a verme..?” Lc.1,43 ++ Para la gloria de Dios y de Santa María de Guadalupe ++ Joaquín Gallo Reynoso S.I. Este día vamos a considerar una de las virtudes más atractivas del mundo cristiano: la solidaridad. Jesús ha sido el modelo máximo de solidaridad con nosotros: nada como hacerse hombre todo un Dios verdadero. En el siguiente lugar está nuestra Madre, que fue enviada por Dios con gran solidaridad, primero con el mundo indígena y también con el mundo mestizo y aun de los criollos que estaban naciendo en México, y nuestra Madre se mostró compasiva y solidaria en extremo. Ahora lo está haciendo también ante tanto sufrimiento en nuestro país. Nuestro querido Juan Diego aparece como muy solidario cuando fue hacia Tlatelolco por un sacerdote que ayudara a su tío a bien morir. Ante las circunstancias de tanto temor por la posible muerte de su tío, decidió irse por otro camino, pero María le salió al paso para apoyarlo, consolarlo, decirle que confiara en Ella. Ella es la Estrella Solidaria, Nuestra Madre Amabilísima, que ve y siente nuestras penas y angustias y corre, se acerca a ayudarnos. Por eso, este día la contemplamos muy solícita en favor de Juan Diego, en esta escena tan llena de su amor hacia él, hacia Juan Bernardino, hacia nosotros. Primera consideración: María es la que a todas partes está mirando para cuidarnos a todos (N.M. 104). Dios, el que es Amor Solidario con todos, le ha dado a nuestra Madre la capacidad de estar al pendiente de nosotros desde su Asunción al Cielo. ¿Cómo nos sentimos ante esta realidad? ¿Cómo recibimos y sentimos esta mirada suya? ¿Cómo la miramos a Ella? ¿Cómo miramos toda la realidad que está a nuestro alrededor y, sobre todo, a los demás? Pidámosle a nuestra Madre que nos enseñe a mirar con su mirada misericordiosa y compasiva. Segunda consideración: Juan Diego se da cuenta de cómo la Virgen desciende del cerro y cómo lo había estado mirando y esperado (N.M. 105). Imaginemos la alegría y esperanza que pudo haber sentido Juan Diego por este encuentro porque Ella lo estaba esperando. A lo mejor sintió también cierto temor al pensar que lo iba a detener. Cuando vamos a visitar al Señor en el sagrario ¿cómo nos sentimos? Cuando vamos a algún lugar en donde se venera alguna imagen de María, sobre todo en el Tepeyac, ¿cómo nos sentimos? ¿Pasamos esta experiencia de fe a otros? ¿Alguna vez hemos llegado a sentir que Ella nos mira? Pidámosle que nos muestre sus ojos misericordiosos. Tercera consideración: María se acerca, le sale al encuentro a Juan Diego y le pregunta: “¿Qué pasa, mi hijito, a dónde vas, a dónde te diriges?” (N.M. 106-107). Para Juan Diego ya no fue sólo sentir que Ella lo veía, ahora es estar con Ella, es sentirla cerca y tenerla allí, con él. Disfrutemos con Juan Diego esta presencia de María con nosotros. Pidámosle a nuestro Dios que nos haga sentirla cerca de nosotros hoy mismo con todo ese amor solidario que nos tiene a cada uno. Que les haga sentir este amor solidario a tantas familias que han estado sufriendo la desaparición de sus hijos o de personas cercanas a ellas. Cuarta consideración: La Virgen le pregunta a Juan Diego: “¿Qué pasa, hijito mío, a dónde te diriges?”. María es toda una Madre, se preocupa por su hijito, quiere saber de él por él mismo, y en esa época Juan Diego tenía 57 años.. Cada uno de nosotros le importamos, somos valiosos para Ella porque es verdaderamente Madre nuestra. Sintamos que estas preguntas nos las hace personalmente a cada uno de nosotros hoy mismo. ¿Qué le respondemos? ¿Qué nos pasa hoy; cómo nos sentimos? ¿Qué nos preocupa? Expresémosle nuestros sentimientos y necesidades… Quinta consideración: Juan Diego es consolado increíblemente por la Reina celestial. Ella le dice que no tema con las palabras más convincentes y cariñosas (N.M. 118-120). Cuando Juan Diego sigue insistiendo en el dolor que tiene nuestra Madre le dice: “¿Mi hijito, escucha, ponlo en tu corazón. es poco lo que te afligió y perturbó. ¿No estoy Yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo?¿No soy Yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa..? Que no te aflija la enfermedad de tu tío, ten por cierto que ya está bien.”. Contemplemos este encuentro gozoso de Madre e hijo. Disfrutemos estas palabras hoy dichas a nosotros por nuestra Madre. ¿Esto no nos pacifica y alegra? Pidámosle a nuestra Madrecita que nos enseñe a saber estar gozosos con Ella en la oración, el silencio, la contemplación de los misterios de la vida de Cristo. Que Ella misma nos enseñe a esperar contra toda esperanza ante lo que nos pasa y le pasa al mundo cada día. Aprendamos de Juan Diego a tratarla con mucha sencillez, cariño y familiaridad. Que él interceda por nosotros y de modo especial por el mundo indígena, su mundo, para que les alcance paz y consolación… Reflexionemos un poco más. La solidaridad nos debe caracterizar a los cristianos. Compartamos testimonios recientes de solidaridad que nos impulsen a ser más solidarios. Podríamos comentar con algun@s algo sobre la Madre Teresa de Calcuta, sobre la solidaridad del padre Miguel Agustín Pro, sacerdote jesuita, en México, de fray Maximiliano María Kolbe en Polonia o de San Alberto Hurtado, sacerdote jesuita, en Chile. Apoyos bíblicos: Juan 8, 1-11; Lc 1, 39-45 y 24, 13-35; Salmo: 85 (84). Descubramos la solidaridad de Jesús y de María en los textos del Evangelio de hoy. Que esto nos ayude para que busquemos compromisos más concretos al estilo de Jesús y María. Frase del Evangelio: “¿Quién soy yo para que la Madre de mi Señor venga a verme..?” (Lc 1, 43). -

12.05.2014

Docenario Viernes, 5 de diciembre de 2014 -

Docenario Viernes, 5 de diciembre de 2014 - 


 Jesús y María, nuestros Servidores. Hemos estado considerando algunos aspectos importantes de nuestra Madre que nos ayudan a sorprendernos del gran amor que Dios ha manifestado a México y al mundo a través del Acontecimiento Guadalupano. En las circunstancias actuales de este México bronco queremos meditar, reflexionar sobre puntos básicos que nos ayud...
arán a salir de esta etapa dolorosa. En este día vamos a contemplar cómo, por influjo de nuestra Madre, el obispo fray Juan de Zumárraga, una vez que se ha servido a Juan Diego en la casa episcopal, lo acompaña para que le muestre el sitio donde la Virgen quería su casa. Sin duda, al convocar el Obispo que se levantara la casita a Santa María mucha gente fue dispuesta a servir. Así, Pueblo de Dios, Obispo y profeta se unen en el mismo servicio encabezados por la Servidora del Dios, de la vida y servidora nuestra también. Aprendamos de Dios, de Jesús, de Santa María de Guadalupe a ser mejores servidores de nuestros prójimos y compatriotas en estos momentos de tanto dolor para much@s.

Primera consideración: Preparativos para la visita al sitio de las Apariciones. Una vez que Juan Diego pasó todo el día y la noche en casa del Obispo después de la aparición de la Imagen Guadalupana en casa del mismo, comienza de parte de Dios la glorificación de Juan Diego. ¡Qué sabio y maravilloso es nuestro Dios que es capaz de cambiar a las personas de indiferentes y hasta opuestas a otros a amigos inseparables y colaboradores fieles! Dejémonos cambiar por el Dios de la vida, el que une y da vida nueva, el que hace amigos en Él a muchos, el que nos enseña a servir…

Segunda consideración: El Obispo le dice a Juan Diego que les muestre en dónde quiere la Virgen que se le haga su templo (N.M. 192-193). El miércoles 13, Juan Diego, el Obispo y otros más fueron a conocer el sitio elegido por Dios para construir la casita materna. Imaginemos este hecho: Juan Diego debió ir gozosísimo por la calzada por donde había caminado con experiencias y afectos tan distintos en los días anteriores. Iría comentando por el camino con otros indígenas y ante el Obispo lo que sentía. A lo mejor rezaron juntos un rato por el trayecto. Dios es capaz de hacer que trabajen juntos y recorran por el mismo camino aun aquéllos que estuvieron distanciados. Confiemos en su poder y misericordia. Pidamos a María que sepamos tener el corazón abierto a todos para que Dios obre a través de nosotros.

Tercera consideración: Juan Diego muestra el sitio donde la Virgen quiso que estuviera su casita (194). ¡Qué alegría para él terminar el encargo que le había dado Ella, ahora todo dependería del Obispo y de las gentes que se organizaran para hacer la ermita! Pensemos un poco cómo anda nuestra colaboración con el obispo, con el párroco de nuestro lugar, con la comunidad parroquial o diocesana. ¿Colaboramos con las obras y organizaciones de la Iglesia? Que María nos conceda ser servidores de la Iglesia y de la comunidad ambiental.

Cuarta consideración: El Obispo y la gente de la comunidad inician el trabajo para construir el templo de María (193). Contemplemos esta escena en la que el Pueblo de Dios, unido todo, encabezado por su obispo, hace la obra que Dios quiere para bien de todos. Alabemos la providencia de Dios y estimemos nuestros templos, casas de Dios, de María y de nosotros.

Quinta consideración: Juan Diego va a la casa de su tío Juan Bernardino acompañado de varias personas (194-196). Es natural que Juan Diego haya querido ir a ver a su tío pues hacía más de día y medio que no le veía y lo había dejado enfermo. No era por duda seguramente, pero quería ir a servirlo por ser anciano. ¿Cómo anda nuestra disponibilidad para servir? ¿Qué tanto nos preocupamos, eficazmente, de la salud de nuestros familiares, amigos, vecinos..? ¿Visitamos como Jesús y María a los enfermos? ¿Qué haremos en adelante ante estos ejemplos y testimonios? Descubramos que nuestro mundo es muy flojo para los servicios. Todos queremos recibirlo o que nos paguen por los servicios. Pero Jesús nos dice: “Den gratis lo que gratis recibieron”. ¿Qué podríamos hacer en nuestras comunidades para que haya mejores servicios religiosos, de salud, vivienda, escuelas, centros de recreación y promoción social..? Apoyos bíblicos: Jn 13, 1-17; Fil 2, 5-11.Frase del Evangelio: “Zaqueo, baja pronto, porque conviene que me quede Yo en tu casa.” (Lc 19-5). -

12.04.2014

Docenario Jueves, 4 de diciembre de 2014 -

Docenario Jueves, 4 de diciembre de 2014 -
 
María de Guadalupe, Madre Reconciliadora. Ante tantos dolores sufridos por los indígenas en tiempos de Juan Diego, la Virgen va a venir a reconciliar a los distintos grupos indígenas entre sí enfrentados por muchas circunstancias y durante centenas de años, y con los nuevos conquistadores. Ella viene como abogada de paz y a pedir a todos su conversión para sanar las heridas profundas. Hoy está con nosotros y nos impulsa a hacer lo mismo. Cada quien, con sus diversas cualidades y capacidades, puede poner los suyos al servicio de los demás como lo hacen en la Imagen Guadalupana el sol, la luna, las estrellas, la tierra, el agua, las plantas y flores que supuestamente estaban enfrentados, al menos algunos de estos elementos, según lo entendían los indígenas de entonces. María llega y los reconcilia a todos en uno como aparecen estos elementos armónicamente en el ayate de Juan Diego y como atavío de María. Hoy nos unimos nosotros alrededor de Ella, ponemos nuestras cualidades personales, familiares y de grupos a sus órdenes y le decimos que nos organice, como aquella vez, para que México resucite a una vida nueva. Vamos a pedírselo con devoción (números del N.M. 185-191).
Primera consideración: El Obispo Zumárraga y sus acompañantes caen de rodillas ante la Imagen Guadalupana y le piden perdón. Ante el prodigio realizado por Dios ante sus propios ojos el Obispo y acompañantes caen de rodillas ante el ayate de Juan Diego, que está de pie ante ellos. Estos mismos le habían negado las oportunidades de comunicarse con el Obispo en varias ocasiones y éste no le había creído a aquél. Dios y María los ayudan para tener un inicio de reconciliación. Si nosotros estamos enfrentados con alguien demos el primer paso, como Jesús, como María. Jaculatoria apropiada para este día: Señor y Dios nuestro, ven a salvarnos: míranos con bondad y estaremos a salvo.
Segunda consideración: El Obispo le desata del cuello a Juan Diego el ayate en donde apareció María. Consideremos este momento en que el Obispo de México humildemente se acerca al indígena relegado y con toda devoción le quita el ayate para venerarlo. A veces tenemos que hacer signos muy tangibles de aprecio a las personas aunque no nos hayan caído bien en algunos momentos. Dios nos pide que nos acerquemos porque cada persona es digna de ser amada y respetada. Aprendamos y vivámoslo así.
Tercera consideración: El Obispo lleva a su propio oratorio a la imagen de María. Contemplemos la escena. Imaginemos el pequeño oratorio en donde don Fray Juan se arrodillaría todos los días para orar al Señor. Ahora lo hace ante María. Dios le respondió así a su súplica cuando le dijo al Rey que si el mismo Dios no intervenía todo se iría al caos. Y Dios lo escuchó, hizo el milagro y México vivió. Así puede suceder ahora ante tantas calamidades. Oremos ante Dios Misericordioso y ante María, la Omnipotencia suplicante. Oremos en especial por las autoridades del país, en especial por el Presidente, los gobernantes civiles y los Obispos.
Cuarta consideración: El Obispo todavía invitó a Juan Diego a que se quedara en su casa (N.M. 191). Dios y María trabajaron muy bien todo este Acontecimiento para que el corazón del Obispo se compadeciera -al estilo de Dios mismo y de María con el pueblo y con Juan Diego- y lograron algo increíble: el mismo Obispo de México -no un padrecito cualquiera- invitó a su súbdito indígena a quedarse con él, a comer, a cenar, a dormir y hasta a desayunar al día siguiente y a seguirlo hasta el sitio de la aparición. ¡Eso sí que fue conversión..! Alabemos a Dios y a María que son capaces de sacar de nosotros nuestro mejor tú para comunicarnos y reconciliarnos con quienes nos han ofendido o con aquello@s a quienes hemos ofendido.
Quinta consideración: Las intervenciones de Dios y de María en el Acontecimiento Guadalupano lograron que hubiera paz y reconciliación. Es admirable que Dios logre acontecimientos como éste en el mundo y que nosotros mismos hayamos sido testigos de lo que ha pasado con el muro de Berlín, con la caída de Ferdinand Marcos en Filipinas con el rezo del Rosario, y lo que pasó en Polonia con el movimiento de Solidaridad. Pongamos, como le dijo María a Juan Diego y al Obispo, “todo lo que esté de nuestra parte” (N.M. 37 y 142) y lograremos, junto con Ellos, la paz para nuestro país. Así será porque Dios y María siempre son fieles a su Alianza y a su amor por nosotros. Apoyos bíblicos: Ef 2, 11-22; Salmo 72(71); Heb 4, 14-16 y 5, 1-10; Lc 23, 32- 36. -

12.03.2014

Docenario Miércoles, 3 de diciembre de 2014

Docenario Miércoles, 3 de diciembre de 2014 -  Día 3.- San Francisco
Javier, Patrono de las misiones.
 
 La misión Evangelizadora y consoladora de nuestra Guadalupana. Hoy es gran día para la Iglesia universal porque celebramos al gran misionero de la India, Japón y otras islas, San Francisco Javier, jesuita, compañero de San Ignacio de Loyola y de otros con quienes fundaron la Compañía de Jesús. Además es el Patrono internacional del Apostolado de la oración que se encarga de difundir las intenciones que el Papa señala cada mes para que toda la Iglesia ore por esas intenciones y para que se unan y consagren más personas al Corazón de Jesús para llevar Su mensaje de amor a todo el mundo. Y hoy se cumplen 170 años de haber sido fundado este aliento vital de la Iglesia en Francia, por otro jesuita, el P. Francisco Javier Guatrelet, para extender, a través de la oración, la misión de Cristo por todo el mundo. Como si fuera poco, hace unos días,-el 23-, la Universidad de San Francisco Javier, fundada en Mérida en 1624, cumplió 390 años de haber sido fundada. Fue la única del Sureste y que además dio grados de Doctorado. Por todo esto, demos gracias a Dios. Por estas razones vamos a considerar hoy a nuestra Madre como la gran Misionera que nos trajo a Jesús a estas tierras y que lo hizo en un ambiente de desgarramiento social del México que nacía, algo parecido a lo que nos está sucediendo estos meses y años en el país. Por eso, desde nuestro dolor y la necesidad de Dios que experimentamos, y unidos a la Iglesia universal en este Adviento que comenzamos, les decimos a todos los países la frase de la antífona de entrada de la Misa de este día: “Escuchen, pueblos, la Palabra del Señor y anúncienla en todos los rincones de la tierra. He aquí que vendrá nuestro Salvador, ya no tengan miedo” (Jer 31,10; Is 35,4).
 
 
Primera consideración.- María es la primera que nos anuncia y da a conocer a Jesús. Desde el nacimiento de Jesús, y aun antes, como vemos en la visita de nuestra Madre a Santa Isabel, María trae a Jesús Consigo, nos lo da. Así lo experimentaron también los pastores en Belén y después, los Reyes orientales que fueron a buscar al Señor. Es Su primera misión y así viene también a México. Se lo dice a Juan Diego en el Tepeyac:” Mucho quiero, mucho deseo que aquí me levanten Mi casita sagrada en donde Lo mostraré, lo ensalzaré al ponerlo de manifiesto (se entiende que a Jesús, es Al que nos mostrará). Aprendamos de Ella a dar a conocer a Jesús.
 
Segunda consideración.- La Virgen se presenta ante San Juan Diego como Madre universal de todos los habitantes de este mundo. Nuestra Madre le dice claramente a Juan Diego:” Yo soy Madre tuya y de todos los que en esta tierra están como siendo uno, y de las demás variadas estirpes de personas, mis amadores, los que a Mí clamen, los que me busquen, los que confíen en Mí.(N.M. 31)” Esta misión universal se la ha confiado el “Verdaderísimo Dios por Quien vivimos”. Agradezcamos, confiemos, Ella y Ellos nos aman..
 
 
 Tercera consideración.- La Virgen María nos explica cómo hay que dar a conocer a Jesús. La Señora del cielo le dice a Juan Diego lo que hoy llamamos la nueva Evangelización. Para que sea efectiva tenemos que mostrar a Jesús a otros como Ella: “Lo daré a las gentes con todo mi amor personal, en mi mirada compasiva, en mi auxilio, en mi salvación. Porque Yo, en verdad, soy su Madre Compasiva.”(N.M.28). Aprendamos de Ella a dar a Jesús a otros compasivamente. Preguntémonos si este es nuestro método.
 
 
Cuarta consideración.-Ella, maternalmente, se preocupa a fondo de todAs. Nuestra Madre le deja muy claro a San Juan Diego que Ella nos viene a atender, a escuchar, a mostrarse como verdadera Madre. Le dice: “Allí les escucharé su llanto, su tristeza: para curar, para remediar, todas sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores. (N.M.32)”. Si ésta fuera nuestra actitud diaria ante las necesidades de los demás cambiaríamos a México. Empecemos, hay muchas, muchísimos que esperan la consolación de María, de Dios y de nosotros.
 
Quinta consideración.- María nos presenta a Dios con toda fidelidad. Un aspecto muy necesario para cada Evangelizador es que lo haga con fidelidad. Ella así lo ha hecho siempre. Agradezcámosle que sea tan fiel hasta ahora pues sigue haciendo lo mismo desde el Tepeyac. Ella, desde que fué invitada por Dios para ser la Madre del Salvador, no ha hecho más que prepararse para recibirlo y para darlo. Ella nos lo sigue dando ahora, tanto para conocerlo como para impulsarnos a hacer Su voluntad. ¡Bendita sea! Aprendamos de Ella. Apoyos Bíblicos.- Is 46,3-13 y 49, 13-23 Salmo 107(106) Jn 2, 1-12 ++ Para la gloria de Dios y de Santa María de Guadalupe ++ San Francisco Javier, Patrono de las misiones. La misión evangelizadora y consoladora de nuestra Guadalupana. Hoy es gran día para la Iglesia universal porque celebramos al gran misionero de la India, Japón y otras islas, San Francisco Javier, jesuita, compañero de San Ignacio de Loyola y de otros con quienes fundó la Compañía de Jesús. Además, es el patrono internacional del Apostolado de la Oración que se encarga de difundir las intenciones que el Papa señala cada mes para que toda la Iglesia ore por esas intenciones y para que se unan y consagren más personas al Corazón de Jesús a fin de llevar su mensaje de amor a todo el mundo. Y hoy se cumplen 170 años de haber sido fundado este aliento vital de la Iglesia en Francia por otro jesuita, el padre Francisco Javier Guatrelet, para extender, a través de la oración, la misión de Cristo por todo el mundo. Como si fuera poco, hace unos días -el 23- la Universidad de San Francisco Javier, fundada en Mérida en 1624, cumplió 390 años. Fue la única del Sureste y además dio grados de Doctorado. Por todo esto demos gracias a Dios. Por estas razones vamos a considerar hoy a nuestra Madre como la gran Misionera que nos trajo a Jesús a estas tierras y que lo hizo en un ambiente de desgarramiento social del México que nacía, algo parecido a lo que nos está sucediendo estos meses y años en el país. Por eso, desde nuestro dolor y la necesidad de Dios que experimentamos, y unidos a la Iglesia universal en este Adviento que comenzamos, decimos a todos los países la frase de la antífona de entrada de la misa de este día: “Escuchen, pueblos, la Palabra del Señor y anúncienla en todos los rincones de la Tierra. He aquí que vendrá nuestro Salvador, ya no tengan miedo” (Jer 31, 10; Is 35, 4). Primera consideración: María es la primera que nos anuncia y da a conocer a Jesús. Desde el nacimiento de Jesús, y aun antes, como vemos en la visita de nuestra Madre a Santa Isabel, María trae a Jesús consigo, nos lo da. Así lo experimentaron también los pastores en Belén y, después, los Reyes orientales que fueron a buscar al Señor. Es su primera misión y así viene también a México. Se lo dice a Juan Diego en el Tepeyac: “Mucho quiero, mucho deseo que aquí me levanten mi casita sagrada en donde lo mostraré, lo ensalzaré al ponerlo de manifiesto” (se entiende que a Jesús, es al que nos mostrará). Aprendamos de Ella a dar a conocer a Jesús. Segunda consideración: La Virgen se presenta ante San Juan Diego como Madre universal de todos los habitantes de este mundo. Nuestra Madre le dice claramente a Juan Diego: “Yo soy Madre tuya y de todos los que en esta tierra están como siendo uno, y de las demás variadas estirpes de personas, mis amadores, los que a Mí clamen, los que me busquen, los que confíen en Mí…” (N.M. 31). Esta misión universal se la ha confiado el “Verdaderísimo Dios por quien vivimos”. Agradezcamos, confiemos, Ella y Ellos nos aman. Tercera consideración: La Virgen María nos explica cómo hay que dar a conocer a Jesús. La Señora del Cielo le dice a Juan Diego lo que hoy llamamos la Nueva Evangelización. Para que sea efectiva tenemos que mostrar a Jesús a otros como Ella: “Lo daré a las gentes con todo mi amor personal, en mi mirada compasiva, en mi auxilio, en mi salvación. Porque Yo, en verdad, soy su Madre Compasiva” (N.M. 28). Aprendamos de Ella a dar a Jesús a otros compasivamente. Preguntémonos si éste es nuestro método. Cuarta consideración: Ella, maternalmente, se preocupa a fondo de tod@s. Nuestra Madre le deja muy claro a San Juan Diego que Ella nos viene a atender, a escuchar, a mostrarse como verdadera Madre. Le dice: “Allí les escucharé su llanto, su tristeza: para curar, para remediar, todas sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores.” (N.M. 32). Si ésta fuera nuestra actitud diaria ante las necesidades de los demás cambiaríamos a México. Empecemos, hay muchas, muchísimos que esperan la consolación de María, de Dios y de nosotros. Quinta consideración: María nos presenta a Dios con toda fidelidad. Un aspecto muy necesario para cada evangelizador es que lo haga con fidelidad. Ella así lo ha hecho siempre. Agradezcámosle que sea tan fiel hasta ahora, pues sigue haciendo lo mismo desde el Tepeyac. Ella, desde que fue invitada por Dios para ser la Madre del Salvador, no ha hecho más que prepararse para recibirlo y para darlo. Ella nos lo sigue dando ahora, tanto para conocerlo como para impulsarnos a hacer su voluntad. ¡Bendita sea! Aprendamos de Ella. Apoyos bíblicos: Is 46, 3-13 y 49, 13-23; Salmo 107(106); Jn 2, 1-12. -

12.02.2014

Docenario guadalupano

Docenario Guadalupano Martes, 2 de diciembre de 2014
El Plan de Dios, la misión de María y el Acontecimiento Guadalupano.
 
 Ayer iniciamos nuestro Docenario. Hoy vamos a profundizar en el Plan de Dios y lo que quiso que nuestra Madre viniera a entregarnos en el Tepeyac. Dispongámonos para orar, en especial por los que han vivido últimamente tantas tragedias en México y en el mundo.

Primera consideración: Dios decide estar entre nosotros como uno de nosotros. En el Plan de Dios estuvo la decisión de hacerse uno entre nosotros y de nosotros. Sintamos el gran amor que Dios nos tiene para tomar esta increíble decisión: Él va a ser uno de nosotros como cualquier niño, como cualquier joven o adulto sin perder su divinidad. ¡Qué grande amor y misericordia que Él haya decidido esto! Pensemos que hay muchísimas personas en el mundo que ni saben que existe y menos que nos ama tanto. Pidamos por todos los que se han decepcionado de Él porque han tenido una idea o experiencia falsa de quién es, como lo ha denunciado el papa Francisco últimamente. Pidamos por ell@s para que encuentren a ese Verdaderísimo Dios para que muy pronto puedan ser felices como nosotros.
Segunda consideración: El Hijo de Dios, su Palabra, su Testigo, es quien va a estar y vivir entre nosotros. Para poder conocer a Dios que es invisible, infinito, maravilloso tenía que estar con nosotros de una manera visible, palpable, para que pudiéramos conocerlo, comprenderlo, amarlo. Por eso va a venir la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Señor Jesús, el enviado del Padre, y estará lleno del Espíritu Santo para poder dárnoslo a todos. Demos gracias al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo porque decidieron esto a favor de todos nosotros. Gocemos esta realidad unos momentos… Y pidamos que los que sufren sean consolados por Ellos y Ella.
 Tercera consideración: El Espíritu Santo educó a María perfectamente y Ella se dejó conducir por Él como la mejor discípula. El Espíritu Santo estuvo presente en nuestra Madre desde su inmaculada Concepción y le dio fuerza para recibirlo, amarlo y servirlo y la animó para seguir a Jesús y para amar a nuestro Padre. Ella es su gloria; en Ella se consuela el Espíritu Santo. Pidámosle a María Nuestra Madre que nos enseñe a amar y a glorificar al Padre; a seguir fielmente a Jesús y a dejarnos guiar por el Espíritu Santo para que hagamos mejor esta tierra. Y que de una manera especial esté con las mamás de los jóvenes desaparecidos y los ya muertos para que las consuele con todo su amor como lo prometió a Juan Diego.
 Cuarta consideración: María de Guadalupe y el Plan de Dios. Lo que hemos ido considerando hasta aquí nos trae de la mano al gran Acontecimiento Guadalupano porque forma parte del plan de salvación de Dios. Es un acontecimiento sumamente importante porque con él Dios anuncia una nueva etapa en la humanidad. Dios lo empezó a realizar unos años después del descubrimiento de América. Habían pasado solamente 40 años de ese descubrimiento pero era sólo el inicio, pues el descubrimiento total de toda la América Continental llevó más de 100 años.¡Qué maravilla que Dios haya escogido nuestra tierra para que desde aquí le ayudara Nuestra Madre a ir haciendo su gran familia en toda nuestra América! Así lo han reconocido los últimos Papas y los obispos de América. Ella, la Gran Misionera de Dios, nos ayudará a encontrar la salida solidaria en nuestro país para que tengamos la vida abundante que nos trajo Jesús al mundo.

Quinta consideración: Dios manda a María al Tepeyac como signo de Alianza con los pueblos de México y América. Pensemos y sintamos cómo el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nos escogieron a María como Madre para que nos atendiera en nuestras necesidades, nos ayudara a conocerlo a Él y pudiéramos vivir la plenitud que Él quiere para todos. Agradezcámosle a las Tres Divinas Personas este plan de salvación y amor que realizan con nosotros a través de Nuestra Santísima Madre, María de Guadalupe. Agradezcamos a María que nos atiende y se ha quedado con nosotros. Que Juan Diego, como profeta de América, nos ayude a glorificar a nuestro Dios y a Nuestra Santa Madre, la Morenita del Tepeyac. Él experimentó la cercanía de la muerte cuando estaba tan malo su tío Juan Bernardino y María lo curó. Con esta acción solidaria de nuestra Madre él afianzó su Fe. Pidamos que Ella afiance la Fe de tantas mamás, papás y herman@s que han perdido a sus seres queridos para que, si ya murieron, acepten con realismo y paz esta terrible realidad y para que, si viven algunos de ellos, puedan recibirlos con gran alegría como Juan Diego lo hizo con su tío.Textos bíblicos: Gal 4, 3-7; 1Jn 4, 7-21; Jn 13, 34-35; Lc 1, 46-55. -
Por el padre Joaquín Gallo Reynoso, S.I.

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