12.02.2010

Docenario guadalupano


Docenario guadalupano

Por el padre Joaquín Gallo Reynoso, sacerdote jesuita
María de Guadalupe: liberadora y promotora de nuestras personas. Dios interviene a favor de su pueblo.
Por los que no leyeron ayer mi advertencia para este Docenario de estos días: será más sintético y relacionado de alguna manera con los acontecimientos del Bicentenario y Centenario: una vista a cómo Santa María de Guadalupe nos ayuda a vivir promoviendo personas y cambios sustanciales para el bien de todos. Como de costumbre, fundamentado principalmente en el Nican Mopohua, al que hago referencia poniendo sus siglas N.M. y la numeración correspondiente. Serán reflexiones breves dada la cantidad de asuntos, fotos y artículos que salen en este periódico durante estos días guadalupanos. Gracias.

Primera consideracion

Dios convoca a un grupo étnico, los aztecas, localizados en la costa norte del Océano Pacífico de nuestro territorio nacional, para iniciar Su Alianza tan singular para todos los habitantes de América. Alabemos la infinita y sabia Providencia de Dios. Jaculatoria: Dios-Amor, Sabiduría Infinita, que nos escogiste para hacer Alianza con nosotros, ayúdanos a vivir esta elección de acuerdo a tus planes para con nosotros.


Segunda consideración: El pueblo elegido, como el de Israel, hace una larga peregrinación hasta llegar a la tierra prometida: un islote, en medio de un gran lago, en donde encontraron la señal: el águila devorando a la serpiente. Alabemos a Dios que cumple sus promesas.


Tercera consideración: El pueblo azteca se asienta en el islote, elegido por Dios, en medio del lago y funda la gran Tenochtitlán. Desde allí comienza a hacer sus grandes conquistas y se va convirtiendo en el poder más grande de América del Norte. Esto preparará la venida de Jesús y de María a nuestro territorio y a la gran América. Oremos por toda América.


Cuarta consideración: Dios hace una Alianza nueva con la humanidad al mandar a Jesús, con María, al cerro del Tepeyac. Nos hace saber, a través de Ella, cuánto nos ama y se preocupa por nosotros y cuánto espera de nosotros. Agradezcámosle este amor tan profundo y promotor.

Quinta consideración: María, a través de su amor personal y todo su cariño de Madre, nos vino a traer al verdaderísimo Dios por quien vivimos, al que está cerca y junto de nosotros (N.M. 26a). Nos vino a pedir su casa para estar entre nosotros (N.M. 26b), darnos a Jesús y formarnos como pueblo solidario y transformador de la historia. Alabemos y glorifiquemos con mucho amor y agradecimiento a María, Madre de Jesús y Madre nuestra.
Apoyos bíblicos: Éxodo, capítulo 40 (todo); Josué 5, 10-12 y 21, 43-45; Lc 2, 22-40.

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