Docenario Guadalupano Martes, 2 de diciembre de 2014
El Plan de Dios, la misión de María y el Acontecimiento Guadalupano.
El Plan de Dios, la misión de María y el Acontecimiento Guadalupano.
Ayer iniciamos nuestro Docenario. Hoy vamos a profundizar en el Plan de Dios y lo que quiso que nuestra Madre viniera a entregarnos en el Tepeyac. Dispongámonos para orar, en especial por los que han vivido últimamente tantas tragedias en México y en el mundo.
Primera consideración: Dios decide estar entre nosotros como uno de nosotros. En el Plan de Dios estuvo la decisión de hacerse uno entre nosotros y de nosotros. Sintamos el gran amor que Dios nos tiene para tomar esta increíble decisión: Él va a ser uno de nosotros como cualquier niño, como cualquier joven o adulto sin perder su divinidad. ¡Qué grande amor y misericordia que Él haya decidido esto! Pensemos que hay muchísimas personas en el mundo que ni saben que existe y menos que nos ama tanto. Pidamos por todos los que se han decepcionado de Él porque han tenido una idea o experiencia falsa de quién es, como lo ha denunciado el papa Francisco últimamente. Pidamos por ell@s para que encuentren a ese Verdaderísimo Dios para que muy pronto puedan ser felices como nosotros.
Segunda consideración: El Hijo de Dios, su Palabra, su Testigo, es quien va a estar y vivir entre nosotros. Para poder conocer a Dios que es invisible, infinito, maravilloso tenía que estar con nosotros de una manera visible, palpable, para que pudiéramos conocerlo, comprenderlo, amarlo. Por eso va a venir la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Señor Jesús, el enviado del Padre, y estará lleno del Espíritu Santo para poder dárnoslo a todos. Demos gracias al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo porque decidieron esto a favor de todos nosotros. Gocemos esta realidad unos momentos… Y pidamos que los que sufren sean consolados por Ellos y Ella.
Tercera consideración: El Espíritu Santo educó a María perfectamente y Ella se dejó conducir por Él como la mejor discípula. El Espíritu Santo estuvo presente en nuestra Madre desde su inmaculada Concepción y le dio fuerza para recibirlo, amarlo y servirlo y la animó para seguir a Jesús y para amar a nuestro Padre. Ella es su gloria; en Ella se consuela el Espíritu Santo. Pidámosle a María Nuestra Madre que nos enseñe a amar y a glorificar al Padre; a seguir fielmente a Jesús y a dejarnos guiar por el Espíritu Santo para que hagamos mejor esta tierra. Y que de una manera especial esté con las mamás de los jóvenes desaparecidos y los ya muertos para que las consuele con todo su amor como lo prometió a Juan Diego.
Cuarta consideración: María de Guadalupe y el Plan de Dios. Lo que hemos ido considerando hasta aquí nos trae de la mano al gran Acontecimiento Guadalupano porque forma parte del plan de salvación de Dios. Es un acontecimiento sumamente importante porque con él Dios anuncia una nueva etapa en la humanidad. Dios lo empezó a realizar unos años después del descubrimiento de América. Habían pasado solamente 40 años de ese descubrimiento pero era sólo el inicio, pues el descubrimiento total de toda la América Continental llevó más de 100 años.¡Qué maravilla que Dios haya escogido nuestra tierra para que desde aquí le ayudara Nuestra Madre a ir haciendo su gran familia en toda nuestra América! Así lo han reconocido los últimos Papas y los obispos de América. Ella, la Gran Misionera de Dios, nos ayudará a encontrar la salida solidaria en nuestro país para que tengamos la vida abundante que nos trajo Jesús al mundo.
Quinta consideración: Dios manda a María al Tepeyac como signo de Alianza con los pueblos de México y América. Pensemos y sintamos cómo el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nos escogieron a María como Madre para que nos atendiera en nuestras necesidades, nos ayudara a conocerlo a Él y pudiéramos vivir la plenitud que Él quiere para todos. Agradezcámosle a las Tres Divinas Personas este plan de salvación y amor que realizan con nosotros a través de Nuestra Santísima Madre, María de Guadalupe. Agradezcamos a María que nos atiende y se ha quedado con nosotros. Que Juan Diego, como profeta de América, nos ayude a glorificar a nuestro Dios y a Nuestra Santa Madre, la Morenita del Tepeyac. Él experimentó la cercanía de la muerte cuando estaba tan malo su tío Juan Bernardino y María lo curó. Con esta acción solidaria de nuestra Madre él afianzó su Fe. Pidamos que Ella afiance la Fe de tantas mamás, papás y herman@s que han perdido a sus seres queridos para que, si ya murieron, acepten con realismo y paz esta terrible realidad y para que, si viven algunos de ellos, puedan recibirlos con gran alegría como Juan Diego lo hizo con su tío.Textos bíblicos: Gal 4, 3-7; 1Jn 4, 7-21; Jn 13, 34-35; Lc 1, 46-55. -
Por el padre Joaquín Gallo Reynoso, S.I.
si lo compartes respeta la autoría gracias
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