12.11.2014

docenario dia 11

Docenario Jueves, 11 de diciembre de 2014 -
 
 

Día 11: Vísperas de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Dios y Santa María de Guadalupe siempre nos sorprenderán, ayudarán y consolarán. Santa María de Guadalupe nos anima para formar un pueblo de resucitados. Mañana es la gran fiesta Guadalupana, la pascua anual de nuestra Madre entre nosotros que comenzó desde 1531.* Ella se nos ha hecho más cercana durante estos días de oración que empezamos con Ella que ha iluminado nuestro camino que ha estado siendo tan doloroso para todo México. Dejemos que nos siga llenando de Su amor y nos conduzca por mejores caminos a todos los mexicanos.* Recordemos que mañana será la consagración de cada uno de Sus hijas e hijos y nos hemos de preparar bien, con oración, yendo con alegría al encuentro de nuestra Madre como lo hicieron los coetáneos de Juan Diego en 1531. Hoy y mañana de manera especial nos unimos a todos los que han peregrinado al Tepeyac desde las primeras peregrinaciones que hubo para ver a la Virgen en un éxodo Guadalupano inacabable para encontrarnos con Ella. *Primero fue la peregrinación de la casa del señor obispo Zumárraga a la iglesia mayor que después fue la catedral, y 14 días después del día 12 la que le hicieron los primeros que tuvieron la dicha de hacerle Su casa terrenal en el Tepeyac. Nos unimos también a los que han a peregrinado hasta la Basílica desde sus lugares de origen y volverán a ellos con sus antorchas como lo hacen tantísimos antorchistas Guadalupanos. Gocemos y agradezcamos a Dios tantos favores y tanto bien recibido por tan innumerables hermanos. *Démosle gracias a María, nuestra Madre, por Su amor, Su fidelidad, Su presencia cariñosa entre nosotros y por todos los bienes que nos ha conseguido de Dios para cada uno y para todos, para nuestra Patria también, desde el Tepeyac. Hoy consideraremos el relato del Nican Mopohua (#212-218) sobre el primer traslado. Consideraremos cómo nuestra Madre María sigue animando a nuestro pueblo, es el alma de México, nuestra gran Animadora que nos entusiasma a seguir a Jesús, a glorificar al Padre y a aceptarnos y apoyarnos colectivamente como hermanos. Sigamos Sus consejos y ejemplos para que México se levante de su postración y viva de nuevo como quiere nuestro Dios.
 
 Primera consideración.- El señor Obispo trasladó la imagen de la Reina del Tepeyac de su oratorio a la iglesia mayor para que todos tuvieran la oportunidad de admirarla. (212-213) ¡Qué bella escena provocada por la devoción y admiración de un pueblo que quiere conocer a su Madre! ¡Qué don de Dios haber hecho esta señal para que todos pudiéramos conocer a nuestra Madre de una manera tan original y magnífica! Pensemos y sintamos cómo la mayoría que iba todavía no estaba bautizada. ¡Qué labor tendrían en esos días Juan Diego y Juan Bernardino para evangelizar y dar su testimonio a todos los que iban pasando! ¡Qué respeto y veneración de todos para estos santos hombres de su pueblo! Imaginemos cómo Juan Diego estaría cerca de Ella esos días para contarles a todos lo que él había vivido. Juan Bernardino les contaría cómo lo había sanado. ¡Qué alegría y entusiasmo de todos! ¡Qué grandes animadores de ese pueblo indígena fueron la Virgen, Juan Diego y Juan Bernardino!
 
 Segunda consideración.- La ciudad se estremeció ante el Acontecimiento de La Virgen de Guadalupe. (214) ¡Qué espectáculo tan extraordinario, digno de ser registrado en nuestra historia Patria como el momento de la verdadera gestación de ese pueblo nuevo, el origen de nuestro nacimiento e inicio del estremecimiento religioso y piadoso de una nación, que a partir de entonces, lleva a María en el corazón! ¡Qué bella manera de decirnos el influjo que tuvo la presencia de María en la ciudad! Ella fue capaz de estremecerla entonces. Y vemos cómo sigue siendo realidad eso hoy todavía. ¡Y cómo está especialmente presente para todos desde el 11 de diciembre -este día- en la noche hasta el 12 en la noche! Es una pascua del pueblo; casi todo el pueblo de México está al pendiente de la mañanitas, de lo que allí sucede; todos quisiéramos hacernos presentes. Es el día de la Madre de México. Agradezcámosle a Dios, Dador de vida, que nos haya dejado a nuestra Madre en el Tepeyac. Pidámosle que los mexicanos sepamos responder a esta elección Suya y que seamos misioneros de Su amor.
 
Tercera consideración.- Los que visitaban a María reconocían que era un don de Dios. (215) En verdad esto lo siguen comprobando los años y las ciencias. ¿Cómo explicarse que un ayate de dos piezas dure más de 480 años sin deshacerse o desintegrarse estando en exhibición en una zona húmeda y salitrosa? ¿Cómo explicar que durante muchos años alrededor de quince ciencias investiguen sobre este hecho portentoso de Dios y confirmen que no está hecho por mano humana? Todavía hoy muchísimos seguimos opinando que Dios es el autor de todo esto puesto que este Acontecimiento Guadalupano sigue convocando a artistas, escritores, científicos y a tantos más a reconocer que Dios es grande, que es el único capaz de hacer maravillas de este estilo. Como dice el apóstol Santiago: «toda dádiva buena y todo don perfecto desciende del Padre de las luces» (Sant. 1,17). Gracias, Padre, por este don insólito de Tu amor. Gracias, Jesús, por darnos a Tu Madre como Madre nuestra. Gracias Espíritu Santo, porque has hecho maravillas en María y porque a través de Ella nos animas y llamas a todos a vivir la perfección, el amor, la santidad. ¡Gloria y alabanza a nuestro Dios y Señor!
 
Cuarta consideración.- Los que acudían ante la Virgen María le presentaban sus plegarias (216). ¡Y cómo no, si es la Madre cariñosa de mirada misericordiosa y compasiva! Con razón todos acudimos a Ella para contarle nuestras cosas y pedirle que interceda un nuestro favor, ante Su Hijo. Ella que es amparo, auxilio y defensa nuestra como se lo prometió a Juan Diego nos anima a acudir a Ella misma con toda confianza, y siempre, en nuestras necesidades. Pidámosle por todos para que Dios sea glorificado por esta salvación que realiza entre nosotros; que nos obtenga vivir el plan de Dios sobre todos para que reinen la paz, la justicia, la misericordia y todas las obras buenas que el Padre espera de nosotros para conseguir con el la civilización del amor, de la paz con justicia y solidaridad..
 
Quinta consideración.- «Todos admiraban la Imagen no pintada por mano humana y comprobaban cómo milagrosamente había aparecido» (217-218). Imaginemos esta escena en que los primeros que fueron a visitar a María la tenían al alcance de las manos, inclusive tan cerca de sus ojos. Estaban tan cerca. Era tan pequeña la habitación que todos se podían acercar mucho: tocarla, besarla. ¿qué comentarían los que tuvieron la dicha de ser los primeros testigos de este gran acontecimiento? Pero Dios hizo este milagro no sólo para Juan Diego, el Obispo y los demás de entonces; nos la ha dejado permanentemente en Su casa del Tepeyac para gloria Suya, de María, de nosotros, del mundo. El quiere que allí, de una manera especialísima, experimentemos el amor materno de María por cada uno. Quiere que todos recibamos el ánimo para seguir viviendo la perfección del Evangelio. Dios le puso Su casa a María y ahora todos acudimos a Ella y seguimos admirando las maravillas de Dios. Y así será hasta el final de la historia humana. Unámonos a María para proclamar que sólo Dios es grande, que no tiene fin Su amor y Su bondad permanece para siempre. Este es el final de la narración original indígena: la comprobación de que Dios es el Autor magnífico de este milagro permanente en el Tepeyac. Y desde entonces María se quedó en México para todos. y especialmente l@s más necesitad@s de Su consuelo y protección. Apoyos Bíblicos .- Jn. 11, 32-45 Salmo: 150 Frase del Evangelio: «Yo les digo: si ellos se callan hasta las piedras gritarán». Lc. 19,40 Hoy podemos componer una letanía hermosa a favor de nuestra Madre admirable, perfecta, animadora. ¿Lo hacemos?. Oración final el Magnificat de la Virgen (Lc. 1, 46-55) ++ Para la gloria de Dios y de Santa María de Guadalupe ++ Joaquín Gallo Reynoso S.I. Vísperas de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Dios y Santa María de Guadalupe siempre nos sorprenderán, ayudarán y consolarán. Santa María de Guadalupe nos anima para formar un pueblo de resucitados. Mañana es la gran fiesta Guadalupana, la pascua anual de nuestra Madre entre nosotros que comenzó en 1531. Ella se nos ha hecho más cercana durante estos días de oración que empezamos con Ella que ha iluminado nuestro camino, que ha sido tan doloroso para todo México. Dejemos que nos siga llenando de su amor y nos conduzca por mejores caminos a todos los mexicanos. Recordemos que mañana será la consagración de cada uno de sus hijas e hijos y nos hemos de preparar bien, con oración, yendo con alegría al encuentro de nuestra Madre como lo hicieron los coetáneos de Juan Diego en 1531. Hoy y mañana de manera especial nos unimos a todos los que han peregrinado al Tepeyac desde las primeras peregrinaciones que hubo para ver a la Virgen en un éxodo Guadalupano inacabable para encontrarnos con Ella. Primero fue la peregrinación de la casa del señor obispo Zumárraga a la iglesia mayor, que después fue la catedral, y 14 días después del día 12, la que le hicieron los primeros que tuvieron la dicha de hacerle su casa terrenal en el Tepeyac. Nos unimos también a los que han peregrinado hasta la Basílica desde sus lugares de origen y volverán a ellos con sus antorchas como lo hacen tantísimos antorchistas Guadalupanos. Gocemos y agradezcamos a Dios tantos favores y tanto bien recibido por tan innumerables hermanos. Démosle gracias a María, nuestra Madre, por su amor, su fidelidad, su presencia cariñosa entre nosotros y por todos los bienes que nos ha conseguido de Dios para cada uno y para todos, para nuestra Patria también, desde el Tepeyac. Hoy consideraremos el relato del Nican Mopohua (212-218) sobre el primer traslado. Consideraremos cómo nuestra Madre María sigue animando a nuestro pueblo, es el alma de México, nuestra gran Animadora que nos entusiasma a seguir a Jesús, a glorificar al Padre y a aceptarnos y apoyarnos colectivamente como hermanos. Sigamos sus consejos y ejemplos para que México se levante de su postración y viva de nuevo como quiere nuestro Dios. Primera consideración: El señor Obispo trasladó la imagen de la Reina del Tepeyac de su oratorio a la iglesia mayor para que todos tuvieran la oportunidad de admirarla (212-213). ¡Qué bella escena provocada por la devoción y admiración de un pueblo que quiere conocer a su Madre! ¡Qué don de Dios haber hecho esta señal para que todos pudiéramos conocer a nuestra Madre de una manera tan original y magnífica! Pensemos y sintamos cómo la mayoría que iba todavía no estaba bautizada. ¡Qué labor tendrían en esos días Juan Diego y Juan Bernardino para evangelizar y dar su testimonio a todos los que iban pasando! ¡Qué respeto y veneración de todos para estos santos hombres de su pueblo! Imaginemos cómo Juan Diego estaría cerca de Ella esos días para contarles a todos lo que él había vivido. Juan Bernardino les contaría cómo lo había sanado. ¡Qué alegría y entusiasmo de todos! ¡Qué grandes animadores de ese pueblo indígena fueron la Virgen, Juan Diego y Juan Bernardino! Segunda consideración: La ciudad se estremeció ante el Acontecimiento de la Virgen de Guadalupe (214). ¡Qué espectáculo tan extraordinario, digno de ser registrado en nuestra historia Patria como el momento de la verdadera gestación de ese pueblo nuevo, el origen de nuestro nacimiento e inicio del estremecimiento religioso y piadoso de una nación, que a partir de entonces lleva a María en el corazón! ¡Qué bella manera de decirnos el influjo que tuvo la presencia de María en la ciudad! Ella fue capaz de estremecerla entonces. Y vemos cómo sigue siendo realidad eso hoy todavía. ¡Y cómo está especialmente presente desde el 11 de diciembre -este día- en la noche hasta el 12 en la noche! Es una pascua del pueblo; casi todo el pueblo de México está al pendiente de la mañanita, de lo que allí sucede; todos quisiéramos hacernos presentes. Es el día de la Madre de México. Agradezcámosle a Dios, Dador de vida, que nos haya dejado a nuestra Madre en el Tepeyac. Pidámosle que los mexicanos sepamos responder a esta elección suya y seamos misioneros de su amor. Tercera consideración: Los que visitaban a María reconocían que era un don de Dios (215). En verdad esto lo siguen comprobando los años y las ciencias. ¿Cómo explicarse que un ayate de dos piezas dure más de 480 años sin deshacerse o desintegrarse estando en exhibición en una zona húmeda y salitrosa? ¿Cómo explicar que durante muchos años alrededor de quince ciencias investiguen sobre este hecho portentoso de Dios y confirmen que no está hecho por mano humana? Todavía hoy muchísimos seguimos opinando que Dios es el autor de todo esto puesto que este Acontecimiento Guadalupano sigue convocando a artistas, escritores, científicos y a tantos más a reconocer que Dios es grande, que es el único capaz de hacer maravillas de este estilo. Como dice el apóstol Santiago: “Toda dádiva buena y todo don perfecto desciende del Padre de las luces” (Sant 1, 17). Gracias, Padre, por este don insólito de tu amor. Gracias, Jesús, por darnos a tu Madre como Madre nuestra. Gracias Espíritu Santo, porque has hecho maravillas en María y porque a través de Ella nos animas y llamas a todos a vivir la perfección, el amor, la santidad. ¡Gloria y alabanza a nuestro Dios y Señor! Cuarta consideración: Los que acudían ante la Virgen María le presentaban sus plegarias (216). ¡Y cómo no, si es la Madre cariñosa de mirada misericordiosa y compasiva! Con razón todos acudimos a Ella para contarle nuestras cosas y pedirle que interceda en nuestro favor ante su Hijo. Ella que es amparo, auxilio y defensa nuestra, como se lo prometió a Juan Diego, nos anima a acudir a Ella misma con toda confianza y, siempre, en nuestras necesidades. Pidámosle por todos para que Dios sea glorificado por esta salvación que realiza entre nosotros; que nos obtenga vivir el plan de Dios sobre todos para que reinen la paz, la justicia, la misericordia y todas las obras buenas que el Padre espera de nosotros para conseguir con Él la civilización del amor, de la paz con justicia y solidaridad. Quinta consideración: “Todos admiraban la Imagen no pintada por mano humana y comprobaban cómo milagrosamente había aparecido” (217-218). Imaginemos esta escena en que los primeros que fueron a visitar a María la tenían al alcance de las manos, inclusive tan cerca de sus ojos. Estaban tan cerca. Era tan pequeña la habitación que todos se podían acercar mucho: tocarla, besarla. ¿Qué comentarían los que tuvieron la dicha de ser los primeros testigos de este gran acontecimiento? Pero Dios hizo este milagro no sólo para Juan Diego, el Obispo y los demás de entonces; nos la ha dejado permanentemente en su casa del Tepeyac para gloria suya, de María, de nosotros, del mundo. Él quiere que allí, de una manera especialísima, experimentemos el amor materno de María por cada uno. Quiere que todos recibamos el ánimo para seguir viviendo la perfección del Evangelio. Dios le puso su casa a María y ahora todos acudimos a Ella y seguimos admirando las maravillas de Dios. Y así será hasta el final de la historia humana. Unámonos a María para proclamar que sólo Dios es grande, que no tiene fin su amor y su bondad permanece para siempre. Éste es el final de la narración original indígena: la comprobación de que Dios es el Autor magnífico de este milagro permanente en el Tepeyac. Y desde entonces María se quedó en México para todosy especialmente l@s más necesitad@s de su consuelo y protección… Apoyos bíblicos: Jn 11, 32-45; Salmo: 150.Frase del Evangelio: “Yo les digo: si ellos se callan hasta las piedras gritarán” (Lc 19, 40).Hoy podemos componer una letanía hermosa a favor de nuestra Madre admirable, perfecta, animadora. ¿Lo hacemos?Oración final: el Magnificat de la Virgen (Lc 1, 46-55). -

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