12.10.2011

Docenario guadalupano

Docenario guadalupano

Los caminos de Dios, de María y de nosotros en el Acontecimiento Guadalupano
 10 diciembre 2011
Joaquín Gallo Reynoso, sacerdote jesuita

Los caminos de fray Juan de Zumárraga, Juan Bernardino y gente de su época. Hemos visto ya cómo Dios, María y Juan Diego caminaron en los momentos iniciales del Acontecimiento Guadalupano y en algunos posteriores; ahora nos toca considerar qué repercusiones hubo en otras personas que fueron testigos presenciales de dichos eventos y recorrieron caminos nuevos y originales en sus propias vidas. También nos pueden inspirar para vivir nuestra alianza con Dios pues, suponemos,  estarán glorificados…

Les pedimos a todos ellos rueguen a nuestra Madre y a San Juan Diego que intercedan por todos nosotros ante el Verdaderísimo Dios, dador de vida... Primera consideración: Los caminos del obispo fray Juan de Zumárraga. En 1528 llegó a México don fray Juan de Zumárraga, que fue escogido por el Rey de España y el Papa como Obispo de México. Le tocó una época muy difícil, pues los conquistadores estaban arrasando con las poblaciones indígenas en cuanto a sus tradiciones y costumbres. Pero también había problemas con la Primera Audiencia y una gran mortandad de indígenas por las enfermedades llevadas a México desde Europa.

Él clamaba al cielo diciendo que si no había una intervención divina aquello iría al caos. Nuestro Dios ya sabía todo esto y había previsto desde la eternidad el Acontecimiento Guadalupano que vino a salvar al mundo indígena y todo ese entorno tan difícil. El mismo señor Zumárraga estaba preparando su viaje para ser ordenado Obispo fuera del territorio mexicano, puesto que había sido nombrado pero no ordenado. Tuvo que dejar el país más de dos años y al volver siguió apoyando a San Juan Diego, a quien estimó muchísimo y a quien le había encargado la pequeña ermita que le construyeron a la Virgen. Fue un santo varón, muy estimado, promotor de indios, de la cultura y salud de su pueblo. Llevó muy buena amistad con San Juan Diego; murieron el mismo año y a la misma edad. Glorifiquemos a Dios que hace estas maravillas y hermana hasta a quienes parece que nunca podrían coincidir… Ellos intercedan ante “Su Dueña” por nosotros…

Jaculatoria apropiada: Dios de las maravillas, ayúdanos a servir a otros como Tú, para que florezca entre nosotros una vida en plenitud.

Segunda consideración: Los caminos de Juan Bernardino. Tenemos datos importantes  sobre Juan Bernardino gracias a las averiguaciones de 1666 en donde varios testigos dijeron haberlo conocido o hablar de él por medio de sus parientes. Sabemos de su parentesco muy cercano con Juan Diego, de quien era tío, y muy importante para éste, puesto que los tíos eran quienes heredaban la cultura y costumbres del mundo indígena. A él es a quien la Virgen sanó en su casita de Tulpetlac, hoy Estado de México, a 11 kilómetros del Tepeyac. A él le reveló la Virgen su nombre: la Perfecta Virgen Santa María de Guadalupe. Vivió, junto con Juan Diego, como guardián de la Virgen durante varios años en la primera ermita que mandó construir fray Juan de Zumárraga. Ha hecho favores milagrosos, inclusive alguno recientemente del que soy testigo. En algunos lugares de México se le venera como santo varón. Pidámosle especialmente por los mayores de edad para que seamos fieles como Él a Dios, a María, a nuestro pueblo y sus buenas tradiciones…

Tercera consideración: Los caminos del bachiller y presbítero Juan González. Este bachiller en Letras y Artes jugó un papel muy importante en el Acontecimiento Guadalupano, pues era el secretario y traductor de la lengua náhuatl al castellano de fray Juan de Zumárraga. En esa época todavía no era sacerdote, lo fue después. Y fue el primero en redactar una relación en castellano sobre dicho Acontecimiento. Fue el cuarto Juan que tomó parte en el inicio del Acontecimiento y así completó el número perfecto de cuatro, tan importante para la cultura indígena. Cuatro pétalos tiene el signo más importante nahua: Nahui Ollin, lo trae la Virgen en su cinturón de entonces. Así, la Virgen estuvo aquí rodeada de cuatro Juanes, como de dos, con el mismo nombre, durante su vida: San Juan Bautista y San Juan Evangelista. Admiremos y glorifiquemos a Dios por tanta perfección, hasta en detalles como en este sublime Acontecimiento Guadalupano.

Cuarta consideración: Los caminos de los servidores del Obispo, de otras personas cercanas a éste y del tiempo de las apariciones de la Virgen. Lo que sabemos de ellos es que se convirtieron al amor de Dios y de María, que hubo infinidad de indígenas que pidieron el Bautismo y que se conmovieron ante tan grandísimo Acontecimiento. Dice la narración original: “Y absolutamente toda esta ciudad de —Tenochtitlán-México—, sin faltar nadie, se estremeció cuando vino a ver, y admirar, su amada imagen” (N.M. 214). Pidamos al Espíritu Santo que nuestros corazones permanezcan abiertos, como los de ellos, para convertirnos a Dios y nuestra Santa Madre, María de Guadalupe.

Quinta consideración: Los caminos del pueblo de Dios en el siglo XVI y siglos siguientes. Los virreyes, cuando llegaban a México o salían de la ciudad a su regreso; los miembros de las congregaciones y órdenes religiosas, cuando llegaban o regresaban a sus lugares de origen o a donde los mandaba la obediencia al Señor Jesús, pasaban por las pequeñas ermitas que habían construido los obispos sucesores de Zumárraga.

Innumerables jesuitas y otras  personas de Europa cuando oyeron hablar de este Acontecimiento quisieron venir a nuestro país y luego fueron insignes propagadores del mismo en sus lugares de origen. Reconozcamos la Sabiduría Divina y la acción materna de María que siguen sosteniendo el Acontecimiento más fuerte de tinte mariano en el mundo…

Apoyos bíblicos: Sirácides (Eclesiástico) 24, 8-15; Gal 3, 26-29; Mc 8, 1-10.

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