12.03.2011

DOCENARIO DIA 3



Docenario Guadalupano
  3 diciembre 2011

Joaquín Gallo Reynoso, Sacerdote Jeusita

Los caminos Dios, deMaría y de nosotrosen el Acontecimiento Guadalupano

Los dos días que llevamos del mes los hemos dedicado a considerar cómo caminamos en nuestra vida rodeados de estrellas, pájaros y cantos como Juan Diego en su camino al Tepeyac.

Hoy consideraremos el papel de las flores en nuestras vidas, en la vida de los indígenas del tiempo de Juan Diego y en el significado que han tenido en el Acontecimiento Guadalupano.

Consideraremos también nuestro llamado a ser misioneros como el gran San Francisco Javier, a quien hoy celebramos, y tenemos en cuenta que vamos como los caminantes de Emaús para encontrarnos con Jesús en el Año Eucarístico internacional que se avecina.

Primera consideración: Las flores, regalo de Dios.

En toda la Tierra y en todas las culturas las flores destacan por todas partes. No faltan las flores en los murales antiguos y modernos, en nuestros cumpleaños, como regalo para las mujeres amadas. Sus colores, formas, aromas, nos cautivan.

Hay hasta el dicho de "dímelo con flores" para indicar que nos pueden decir cualquier cosa, aun penosa, con tal de que sea hecho con aroma floral. Demos gracias a Dios por el regalo magnífico, multicolor y bello de las flores. Jaculatoria apropiada: Santa María de Guadalupe, Flor de flores de los jardines de Dios; ayúdanos a dar lo mejor al Rey de los corazones.

Segunda consideración: Las flores en la cultura indígena. En las culturas mesoamericanas abundan las alusiones a las flores. En la cultura nahua casi no se puede hablar si no se les menciona. Sabemos que sin ellas no hay remedios eficientes para las enfermedades. Ellos veían en las flores el corazón de Dios que se regalaba para darles todos los frutos imaginables. Es increíble cómo el sabor de ciertas frutas ya está encerrado en las flores. Reconozcamos tantos favores divinos como flores del Creador de ellas.

Tercera consideración: Las flores, signo del compromiso por la verdad. En la cultura nahua también las flores significaban la verdad. Te doy flores, te doy la verdad. Cuando alguien quería comprometerse con otra persona le daba flores como signo de algún compromiso.

Así lo hizo María cuando le dio las flores a Juan Diego. Así quedó éste acreditado ante el Obispo y ante su pueblo. Demos gracias a Dios de que a través de las flores nos hayan dado pruebas irrefutables de su amor y compromiso con nosotros.

Cuarta consideración: Las flores en el Acontecimiento Guadalupano. Es impresionante saber y constatar que la Imagen Guadalupana está hecha, esencialmente, a base de los colores extraídos de flores. ¿Cómo le hizo Dios para hacer esta "Maravilla Americana", como le llamó el máximo pintor de la Colonia, Miguel Cabrera, a la Imagen Guadalupana? Mientras la admiramos gocemos de tanta originalidad y de tanto mensaje contenido en la más bella expresión mariana del mundo salida de las manos de Dios.

Quinta consideración: La Flor-Cerro puntiagudo, lugar sagrado de María. En la Imagen Guadalupana aparece nueve veces la Flor-Cerro terminado en punta, que es el nombre indígena del cerro del Tepeyac. Con este simbolismo tan enraizado y conocido en la cultura cercana a Juan Diego, Dios nos quiso decir que allí, en ese lugar, se realizó la Alianza Suya con nosotros a través de nuestra Madre Amada. Y que allí mismo sigue realizándola por todos los siglos de la humanidad mientras llega la segunda venida de Su Hijo para nosotros. Ella, María, nos hace casa allí, como le hizo casa a Jesús y a San José, en su hogar de Nazaret. Vayamos al Tepeyac y a nuestros Tepeyaques cercanos para orar con Ella, para que nos colme de gracias, de su ternura materna que nos regocija. Santa María de Guadalupe, Madre nuestra espiritual; acógenos en tu regazo, Madre sin igual, Flor de flores de los jardines de Dios.

Apoyos bíblicos: Sirácide (Eclesiástico) 24, 23-31; Is 7, 10-14; Gal 4, 4-7; Mt 6, 28-34.
 

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