12.10.2015

Docenario Guadalupano Jueves, 10 de diciembre

Docenario Guadalupano
Jueves, 10 de diciembre de 2015 -


Padre Joaquín Gallo Reynoso, sacerdote jesuita

Día 10. Dios es misericordia, como hemos estado viendo, y María, madre del Señor, es la mejor discípula de Dios, nuestra maestra en la misericordia. Así, Cristo y María nos acompañan para vivir nuestra vida misericordiosamente. En México, la Virgen le enseñó a Juan Diego cómo vivir la misericordia. Aprendamos de ellos para vivir a su estilo todos los días de nuestra vida, no solamente en un año de misericordia como el que acaba de abrir el Papa porque si no seríamos malos discípulos del Señor y de María. Hoy trataremos de ser muy concretos en cuanto a los ámbitos ordinarios en donde podemos vivir la misericordia.

Primera consideración. La familia es el primer lugar donde llegamos a este mundo y allí nos desarrollamos en medio de la parentela, bien lo estuvimos reflexionando para el Sínodo de la Familia. La Virgen y San José bien que supieron vivir la misericordia con Santa Isabel, con los pastores y reyes que los visitaron en el pesebre, y María en las bodas de Caná y de seguro con muchas más personas. Aquí, en México, Juan Diego fue misericordioso con su tío Juan Bernardino. Y todos estos hechos fueron, son muy concretos: acoger, visitar, servir, que es otra manera de tener misericordia. Aprendamos, reflexionemos y oremos. Jaculatoria: Familia de Nazaret y tantas familias de santos, enséñnenos a vivir la misericordia con los necesitados que son tantos.

Segunda consideración. Los grupos de matrimonios, de acólitos, de jóvenes, de familias unidas en apoyo a muchos y los movimientos eclesiales más configurados son un ámbito de comunión espiritual y entrega que hay que saber vivir en armonía y caridad. ¡Cuántos son verdaderos testigos de Cristo resucitado con su alegría, visitas a cárceles y hospitales o en misiones entre el pueblo más abandonado! Nuestra Madre vino a México a las afueras de la ciudad y no al centro potentado de los españoles o antiguos caciques. Pensemos si podemos hacer mejor lo que ya hacemos o si todavía no participamos en alguno de estos grupos, a ver si sentimos el llamado de Dios para hacerlo pronto. Oremos, reflexionemos.

Tercera consideración. La vida religiosa. Abramos el corazón y repasemos la cantidad de servicios que presta la Iglesia en el mundo gracias a que muchos nos hemos asociado en congregaciones, institutos, órdenes religiosas. Si no fuera por los franciscanos, dominicos, agustinos, mercedarios y muchas más asociaciones de éstas en la Antigüedad ni el mismo Juan Diego hubiera sido bautizado y educado en la fe y no hubiéramos tenido el Acontecimiento Guadalupano. A lo mejor otras instituciones más modernas después de esos acontecimientos tampoco hubieran existido, entre ellas los jesuitas, orden a la que pertenezco… Alabemos a Dios y apoyemos estas obras tan llenas de la misericordia infinita de Dios. Y si alguien se apunta que prepare maletas.

Cuarta consideración. El diaconado y presbiterado son otras de las manifestaciones claras de la presencia del Espíritu Santo para ir apoyando a la familia humana a través de la Iglesia. Los diáconos fueron establecidos de inmediato al nacimiento de la Iglesia y cuántos de ellos fueron martirizados por ser tan buenos servidores. Y los presbíteros cumplimos el mandato del Señor de seguir celebrando la Eucaristía y los sacramento para bien de todos. Destacan los sacramentos de la unción de los enfermos y la reconciliación para volver a vivir de la misericordia del Señor. Juan Diego menciona estos sacramentos cuando va en búsqueda de su tío para que muera tranquilo con estos auxilios divinos (N.M. 94-98). Festejemos la providencia y sabiduría de Dios que nos ha dado el Orden Sacerdotal.

Quinta consideración. Los obispos, junto con el Papa, son los otros ministros de la misericordia con mayor rango y responsabilidad en el Sacerdocio de Cristo-Pastor. Ellos son los que deben velar porque no falte la misericordia en la Iglesia, tanto en la vida sacramental como en las necesidades y tribulaciones sociales. Afortunadamente la Iglesia, en todo el mundo, ha tenido pastores de gran calidad como los santos apóstoles primero y luego una legión de santos obispos y papas. Oremos por ellos y colaboremos con su ministerio nada fácil y a veces muy criticado. Que el gran santo obispo mexicano San Rafael Guízar y Valencia sea un modelo especial para que sean así.

Oración final: Señor Jesús, te pedimos nos enseñes cómo quiere el Padre que seamos misericordiosos pues tú nos dices, como conclusión de varios párrafos tuyos sobre la misericordia: “Sean misericordiosos como el Padre Celestial es Misericordioso“ (Mt 5, 44-48).

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