Docenario Guadalupano
Lunes, 7 de diciembre de 2015
Padre Joaquín Gallo Reynoso, sacerdote jesuita
Día 7. Hemos considerado diferentes aspectos de cómo Dios y María han actuado tan misericordiosamente en México y más en particular en y desde el Tepeyac.
Como encargado de la “Casita de la siempre Virgen Santa María de Guadalupe” —como Ella misma se llamó ante Juan Bernardino—, el Arzobispo de México actualmente, y todo México en conjunto, ha sido escogido por Dios para velar que el mensaje misericordioso del Tepeyac se siga extendiendo por nuestra Patria, por América Latina, toda América y el mundo. Es una misión de compasión y una misión de nueva evangelización.
Hoy vamos a considerar la misión de los obispos sucesores de fray Juan de Zumárraga y de la misma nación mexicana en su conjunto. Pidamos por nuestros actuales encargados de la Basílica: el arzobispo cardenal don Norberto Rivera y el rector de la Basílica, monseñor Enrique Glennie Graue, porque tienen un trabajo muy específico, delicado y consolador, encargado por nuestro Dios y también por nuestra Santa Madre.
Primera consideración. El Señor Jesús es el que ha venido a evangelizarnos. Sin Él la vida de todos los humanos no hubiera adelantado gran cosa en cuanto al misterio infinito de Dios. Eligió a doce y al despedirse de ellos y de sus discípulos los envió a llevar la Buena Noticia del Reino que incluye proclamar que hay un Padre común, un Señor de la Historia y Hermano Mayor: Jesús y un Espíritu Santo que nos comparten ambas Divinas Personas (Ef 4, 1-5).
Segunda consideración. La misión de la Iglesia es la de evangelizar como bien lo hicieron los Apóstoles y discípulos al principio de la Iglesia y como ha querido hacerlo por los siglos. Muy bien recalcó nuestro papa Paulo VI que la misión de la Iglesia es evangelizar. Esta misión es un encargo del mismo Dios que quiere que todos nos salvemos. Y ha puesto como garantía de salvación pertenecer de una u otra manera a esta Iglesia fundada por el Señor Jesús. Agradezcamos a nuestro Dios este don tan particular para todos los que hoy somos creyentes cristianos. Oremos para que conozcamos y promovamos esta Nueva Evangelización.
Tercera consideración. La nueva evangelización que tanto recalcó San Juan Pablo II es la que nos vino a mostrar Santa María de Guadalupe en el Tepeyac: nuevos métodos, un nuevo impulso evangelizador, estilo de vida más comunitario y solidario. Le agradecemos estos aportes tan luminosos.
Cuarta consideración. La nueva evangelización la va expresando poco a poco nuestra Madre Santa María de Guadalupe en el Tepeyac de este modo: “Lo mostraré, lo ensalzaré al ponerlo de manifiesto” (N.M. 27), es decir, a su Hijo, el Verdadero Dios. De aquí se sigue que si no manifestamos a Cristo visiblemente a través de nuestras obras, palabras y actitudes no habrá quien lo conozca ni quien se quiera convertir a Él. Y las obras de misericordia son las que especialmente nos hacen ver como verdaderos discípulos suyos.
Quinta consideración. La Virgen nos sigue dando pistas de cómo evangelizar: “Lo daré a las gentes en todo mi amor personal, en mi mirada compasiva…” (N.M. 28).
Si en nuestros mensajes sobre Cristo no está Él en el centro y no lo comunicamos con amor, será de balde nuestra proclamación. La Virgen culmina esta primera propuesta evangelizadora diciendo que nos dará a su Jesús: “En Mi auxilio, en Mi actuación defensora…” (N.M. 28). Esta otra pista nos es esencial si queremos que Cristo y sus hermanos seamos apreciados y otros deseen conocer y amar al Señor (1Pe 1, 3-9).
Citas de la Biblia: Salmo 51(50); Col 3, 12-17; Heb 4, 15-16; Mt 5, 1-12.
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