Si no hubiera Fe los hombres te llamarían diosa. Tus ojos resplandecen más que el sol, eres hermosa, Madre, me glorío, ¡Te quiero!
(San Pío de Pietrelcina)
Comentario:
Y basta solo pensar que María es inferior solamente a Dios, y que Dios mismo no pudo hacer a la Virgen más perfecta de lo que es, porque si no lo hubiera hecho.
En el Cielo seremos felices con ver a Dios. Pero tendremos una felicidad especial al contemplar a María, porque hasta el mismo Dios se deleita viendo a la Virgen, y el Paraíso entero admira a esta Flor perfecta.
Debemos amar muchísimo a María, y amarla en cierto sentido como al mismo Dios, pues Jesús en su Evangelio nos ha dicho que tenemos que amar al prójimo como Él nos ha amado, es decir, infinitamente. Y María es nuestro prójimo más perfecto, después de Dios.
Pensemos también que si bien María le ha dado al Verbo de Dios la naturaleza humana; el Verbo le ha dado a María su naturaleza divina; y lo que Dios es y puede por naturaleza, María lo es y lo puede por gracia de Dios. Por eso la criatura más semejante a Dios es María, que es una simple criatura, pero está en los límites de la divinidad.
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