10.12.2015

Docenario Guadalupano octubre 2015

Docenario Guadalupano




 
Padre Joaquín Gallo Reynoso, sacerdote jesuita
 
 
Estamos en el famoso mes de las misiones y valdrá la pena tener en cuenta cada quien cómo está viviendo su propia misión en esta tierra.
La Iglesia ha sido fundada para una misión bien concreta: evangelizar a todas las personas, grupos, familias, instituciones. ¿Lo estamos haciendo? ¿Nos sentimos enviados y hacemos nuestra propia misión allí donde el Dios de la vida nos ha puesto? Que este mes nuestra Madre amorosa nos muestre su amor compasivo para que descubramos lo que Dios quiere de nosotros.
 
Por otro lado, el Sínodo de Obispos sigue su camino para hablarles con autoridad a las familias de hoy. Sigamos las noticias y oremos por esta delicada misión del Papa, obispos, asesores, padres de familia y quienes estén más involucrados en este acontecimiento eclesial.
 
Primera consideración: La primera y más definitiva misión: la del Verbo Eterno que fue encarnado en María para nuestra salvación. Dios Padre le dio a su Verbo Eterno, su reflejo infinito, la misión de hacerse uno entre nosotros para mostrarnos al mismo Padre, la labor del Espíritu Santo, la obra que debería de realizar la Iglesia en este mundo. Él, Jesús de Nazaret, es el primero y máximo Revelador del Padre. Sin Él no habría universo ni sabríamos cada quien nuestra misión. Los mismos ángeles son enviados en misión para con nosotros gracias a Él, nuestro Camino, Verdad y Vida. Él es el que nos impulsa a amar y servir a su estilo. Sigámoslo, sirvámoslo.
 
Jaculatoria apropiada: Vamos a la misión, la Virgen nos enseña cómo llevar a Cristo al pueblo que ya lo espera…
Segunda consideración: La misión del Espíritu Santo para el mundo y la Iglesia.
 
La misión que Cristo realizó de manera perfecta en su tiempo le fue inspirada y acompañada nada menos que por el Espíritu Santo Vivificador, unificador, capacitador de las mejores personas y eventos que ha habido en la tierra; la principal después de la de Jesús fue la de María. ¡De qué manera admirable la llevó durante su peregrinar en esta historia! Agradezcamos su capacidad y disponibilidad para acompañarnos y seamos dóciles a sus inspiraciones que solamente pueden ser buenas para nosotros y el mundo.
 
Tercera consideración: La misión de María nuestra Madre, modelo de respuesta a Dios y a nosotros.
Nuestra Madre, desde su primer sí a Dios y aunque sin saberlo, nos estaba dando la bienvenida como hijos suyos muy amados. Ella siempre permaneció fiel a las llamadas múltiples del Espíritu Santo que le fue haciendo durante su vida. Pidámosle que nos enseñe a discernir las llamadas de cada día para que descubramos las que verdaderamente son de Dios y las que no para que no perdamos tiempo en nuestra colaboración efectiva en la obra de la salvación.
 
Cuando fue enviada a México en 1531 también trajo una misión concreta: hacer que este pueblo se abriera a la Verdad completa de Dios, a la fraternidad universal y a encauzar un largo camino de regreso a Dios a través de múltiples acciones misioneras. Por eso es la Madre que nos ha engendrado a la vida divina para gloria de Dios y hasta de México. Trabajemos junto con Ella, como Juan Diego y fray Juan de Zumárraga, para que nuestro país encuentre su camino de eficiente servidor de otras naciones para bien de la humanidad (Nican Mopohua números 24-37; 58-62; 70-80,124.144; 178-192 y 212-218).
 
Cuarta consideración: La misión de la Iglesia aquí y ahora. El Concilio Vaticano II, que va a cumplir 50 años de haber sido clausurado, bien que entendió la misión evangelizadora de la Iglesia en este tiempo y circunstancias. Ella, abierta a todo el mundo y a Dios, va abriendo camino en la comprensión de lo que significa ser humanos y vivir nuestra propia dignidad con “los gozos y esperanzas del mundo de hoy”. Ayudemos a la Iglesia universal, y a nuestra Iglesia local, a que vaya dando los pasos convenientes y que le van marcado tanto las circunstancias del mundo actual como las llamadas y los documentos de nuestros auténticos pastores. Pidamos por ellos, en especial nuestros párrocos y decanos, y por quienes nos gobiernan para que sea según el Plan de Dios.
 
Quinta consideración: Nuestra propia misión ahora y en este Yucatán y México. El Dios de la vida nos llama ahora a todos a poner todo lo que esté de nuestra parte para que cumplamos la misión que le dio a la Iglesia en el mundo y en México para que todos los hermanos tengamos la vida de abundancia que nos trajo el Señor (Jn 10, 10). Necesitamos conocer bien nuestra realidad para poder hacer un pequeño diagnóstico de lo que se necesita a nuestro alrededor, lo confrontemos con otros y hagamos propuestas para mejorar estas situaciones de violencia y muerte que hablan muy mal de nosotros como católicos, seguidores del Señor Jesús. Que Él nos perdone nuestra pasividad y poca calidad en nuestros servicios y nos ayude a responderle al Padre como Él lo hizo. Sólo así saldremos del bache en que estamos. Él nos ha confiado su misión, no lo defraudemos.
 
Avancemos, misionemos como pide el Papa. Citas bíblicas de apoyo: Jn 1, 1-14; 16, 25-28; 15, 3-17; 14, 15-17 y 25-27; 15, 26-27 y 16, 12-15; Mt 28, 16-20; 1Cor 12, 4-31 y 13,1-13; Apoc 21, 20-27 y 22, 1-5.
Citas del Vaticano II: Constitución Dogmática sobre la Iglesia, capítulos 1, 1-5 y VIII, 52-69; Constitución Pastoral sobre las Iglesia en el mundo actual (número 1).

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