Docenario Guadalupano
Por el padre Joaquín Gallo Reynoso, sacerdote jesuita
Discipulado y misión en el Acontecimiento Guadalupano. Los pecados humanos y la Alianza de Dios en los inicios de este Acontecimiento.
Estamos a pocos días de celebrar la Pascua de este año. Nos hemos estado preparando con la oración, el ayuno, la limosna y la misericordia para disponernos a vivir al estilo de Jesús, a renunciar a todo lo que contradice nuestro ser cristiano. Nos hemos arrepentido y hasta confesado. A lo mejor hasta fuimos en peregrinación con la diócesis a Ichmul y tuvimos la gracia de recibir la indulgencia plenaria. Son nuestras buenas noticias; entre otras, y muy buena, la beatificación del papa Juan Pablo II en unos días. ¡Felicidades!
Durante el mes pasado y en los inicios del actual hemos tenido malas noticias internacionales, nacionales, locales. Desde despilfarros y falta de transparencia aquí hasta guerra en Libia, Yemen y otros lugares, y nuestro país, lleno de asesinatos y violencias sin cuento. Somos un pueblo pecador, pero somos también herederos de una gran Alianza que
Dios ha hecho con el mundo a través de nosotros y nuestros ancestros en el Acontecimiento Guadalupano como antiguamente lo hizo con Israel, y desde este pueblo, con el mundo entero.
Hoy vamos a reflexionar, como preparación a nuestra próxima Pascua, en este misterio del pecado y de la gracia divina a través de las omisiones pecaminosas y los pecados cometidos que hubo en la época en que la Virgen vino a México a establecer la Alianza de parte de Dios que nos la ha entregado como verdadera Madre a todo el género humano.
Pidamos que la misericordia divina, que ha estado tan presente siempre en este Acontecimiento, siga siendo tan promotora para todos, y de manera especial, para nosotros y los países latinoamericanos.
Primera consideración: Dios quiso establecer una Alianza con el Nuevo Mundo desde el Tepeyac, a través de María, para darnos a su Hijo. Dios Trinidad, siempre pendiente de nuestro bien eterno, quiso comprometerse con la humanidad y el Padre “nos envió a su Hijo, nacido de mujer y bajo la ley, para que participáramos de su herencia infinita” (Gal 4, 4-6). Desde el Tepeyac, lugar céntrico para buena parte de América, preparó y realizó la Alianza a través de Juan Diego, a quien fue preparando como buen discípulo de Jesús a través de las clases de catecismo que recibía en Tlatelolco.
Agradezcamos su Plan… Jaculatoria apropiada: Por tu Cruz y resurrección/ nos has salvado, Señor.
Segunda consideración: El obispo Zumárraga no creyó al principio del Acontecimiento y procedió como mal discípulo de Jesús… En la primera aparición la Virgen le pidió a Juan Diego que fuera con el Obispo a decirle el encargo que le daba de construirle su casita para dar allí “al Verdadero Dios por quien se vive” (N.M. 26-28), pero el Obispo no le creyó. Reafirmemos nuestra fe en Dios que quiere nuestro bien.
Tercera consideración: Los servidores del Obispo le hicieron creer a éste que Juan Diego era un mentiroso y pretendieron impedir la misión del profeta de América… Los servidores fueron aleccionados por el Obispo para que “siguieran a Juan Diego y fueran detrás de él, que cuidadosamente lo espiaran a dónde iba, y a quién veía o hablaba” (N.M. 82). Como lo perdieron de vista fueron con el cuento de que solamente engañaba al Obispo y éste les creyó. Jesús nos pide que sepamos escuchar a todos para discernir correctamente cuál es la verdad y qué hay que hacer en cada caso como buen@s discípul@s suy@s…
Cuarta consideración: Los servidores del Obispo interfirieron con Juan Diego para que no diera el mensaje de Dios y de María al Obispo y éste no pudiera cumplir su misión. Cuando Juan Diego llegó a casa del Obispo con la señal de las flores los criados de aquél no le hicieron caso por mucho tiempo, se dejaron guiar por sus prejuicios y estuvieron a punto de dar al traste con la misión de Juan Diego. ¿No procedemos así en muchos casos, como malos discípulos del Señor y lo dejamos mal parado ante nuestros prójimos..?
Quinta consideración: Dios hizo la Alianza con su pueblo, a través de María, a pesar de los pecados y obstáculos humanos, y el Obispo y el pueblo se convirtieron en discípulos y misioneros de Dios y de María.
Es sorprendente cómo Dios planeó todo tan bien en este Acontecimiento que al Obispo y pueblo fiel no les quedó sino aceptar la verdad de la Alianza hecha por Dios con ellos a través de María para darnos a conocer a Cristo, Luz del mundo, Luz necesaria para México y América de manera especial en ese momento de la Historia. Y por eso se convirtieron en propagadores del Acontecimiento Guadalupano que convirtió a millones en discípulos del Señor. Alabemos a Dios por su grandeza, su amor con nosotros. Admiremos cómo, aun a pesar de nuestros pecados, Él nos tiende su Mano y nos reitera su amor y gracia…
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