Después de presentar la temática de este año y los principales cuatro Actores del Acontecimiento Guadalupano, consideraremos, en los siguientes meses, cómo nuestra Madre y los otros actores de este Plan de Dios toman parte en el Acontecimiento desde sus perspectivas y posibilidades en cuanto a la necesidad de ser verdaderos discípulos del Señor Jesús dentro de la misión confiada por Dios a cada uno, inclusive la misma Madre de Jesús y Madre nuestra, María.
En estos días celebramos en México capital, especialmente, al primer discípulo y misionero mártir de México, San Felipe de Jesús, patrono principal de la juventud mexicana, muerto en Nagasaki, Japón, el 5 de febrero de 1597. Era gran día de fiesta nacional que los enemigos de la Iglesia convirtieron en la fecha de la Constitución para borrar aquella celebración… Pidamos por México en especial que ha cambiado tanto el rumbo de la fe por veredas que nos señalan otros poderes…
En nuestra diócesis estamos en el camino de la conversión que iniciamos después de las fiestas guadalupanas y que nos llevará a la peregrinación diocesana a Ichmul el 2 de abril. Preparémonos para convertirnos en un pueblo capaz de seguir, verdaderamente, a Jesús, el Señor de la Historia.
Primera consideración: La Nueva España a punto de sucumbir. Grito de auxilio del Obispo Zumárraga.
Los primeros años después de la conquista fueron feroces y difíciles para los indígenas. Los misioneros franciscanos, como grupo, llegaron en 1524 y ya andaban mal las cosas. Nombrado obispo, fray Juan de Zumárraga comunicó al rey de España la situación de México. Le dijo, en palabras parecidas a éstas: “O interviene Dios o esto se pierde…”. Y Dios intervino, como tenía previsto, ante el clamor de quien Él había mandado a presidir la entonces diócesis de México a través de medios muy humanos… Pidámosle que intervenga en nuestro favor ahora y siempre. Jaculatoria apropiada: Padre Bueno, que nos enviaste a nuestra Madre al Tepeyac, enséñanos a amarla e imitarla como hij@s de verdad.
Los primeros años después de la conquista fueron feroces y difíciles para los indígenas. Los misioneros franciscanos, como grupo, llegaron en 1524 y ya andaban mal las cosas. Nombrado obispo, fray Juan de Zumárraga comunicó al rey de España la situación de México. Le dijo, en palabras parecidas a éstas: “O interviene Dios o esto se pierde…”. Y Dios intervino, como tenía previsto, ante el clamor de quien Él había mandado a presidir la entonces diócesis de México a través de medios muy humanos… Pidámosle que intervenga en nuestro favor ahora y siempre. Jaculatoria apropiada: Padre Bueno, que nos enviaste a nuestra Madre al Tepeyac, enséñanos a amarla e imitarla como hij@s de verdad.
Segunda consideración: Los gritos y necesidades del pueblo. Como en Egipto, pero en su propia tierra, los indígenas de México se sentían reprimidos, amenazados, violentados en sus mismas costumbres. Su mundo se les derrumbaba; ni su religión ni sus dioses les respondían. Un dolor colectivo desgarrador y nuevas enfermedades los dañaron y diezmaron más todavía. De muchas maneras invocaron a Dios y Él los atendió… Demos gracias.
Tercera consideración: Dios escucha “el clamor de su pueblo”. De manera semejante a como Dios escuchó a su pueblo Israel en el desierto, así Dios escuchó a éste, su nuevo pueblo; allá les dio el maná y codornices para alivio de su hambre; aquí les envió y nos envió a la Madre del Pan de Vida y al Cordero Inmaculado ofrecido para nuestra salvación…
Cuarta consideración: Dios Padre, para realizar su plan, prepara con la luz de Jesús y la fuerza del Espíritu Santo a María y la envía a México-Tenochtitlán. Con su poder divino el Padre aleccionó, a través de su Hijo Unigénito, a nuestra Madre para que supiera cuál era su misión en este enorme territorio americano. El Espíritu Santo, como en la Encarnación, la preparó para esta nueva encarnación de Jesús en su pueblo… Admiremos los planes y las acciones divinas en nuestro favor. Vivamos agradecidos a Ellos por estos favores…
Quinta consideración: María escucha y acoge, como discípula, la petición del Padre a favor de su pueblo tan necesitado, y viene a realizar su misión auxiliadora. Con inmenso amor María se vino a México y en un estallido de luz y ternura se le presentó a Juan Diego, primero, y a fray Juan de Zumárraga, en el ayate, para iniciar su gran labor materna que sigue ejerciendo entre nosotros. Alabémosla e imitémosla sirviendo a l@s más necesitad@s Y demos gracias a la Santísima Trinidad que ha hecho estas maravillas a favor de tod@s... (Nican Mopohua, Introducción y números 1-23).
Apoyos bíblicos: Éxodo, capítulos 15 y 16; salmos 7 y 18(17); Lc 1, 26-38; Hech 10, 34-48; Documento de Aparecida (D.A.): 4 y 265.
Apoyos bíblicos: Éxodo, capítulos 15 y 16; salmos 7 y 18(17); Lc 1, 26-38; Hech 10, 34-48; Documento de Aparecida (D.A.): 4 y 265.
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