Docenario Guadalupano
Miércoles, 12 de octubre
Padre Joaquín Gallo Reynoso, sacerdote jesuita
Este mes vamos a considerar cómo San Juan Diego Cuauhtlatoatzin conoció y vivió la Misericordia de Dios y de María en 1531 y en años posteriores y cómo él realizó obras de misericordia de inmediato. En este mes de la raza, y en especial del mundo indígena, vamos a aprender de él cómo honrar al verdaderísimo Dios por quien vivimos, viviendo nosotros imitándolo y a nuestra Madre amada, Madre de misericordia, como la invocamos en la salve.
Primera consideración: Dios escogió y preparó a Juan Diego para ser mensajero de su misericordia.
El Nican Mopohua nos narra que el sábado 9 de diciembre nuestro modelo iba a su catequesis en Santiago Tlatelolco; al día siguiente estuvo en la misa del domingo 10 y fue a hablar con el obispo, quien le pidió la señal para creerle. Hoy comprendemos que gracias a su fidelidad a Dios y a la Iglesia él pudo recibir la misericordia de Dios para él y para todo su pueblo. Demos gracias por esto.
Jaculatoria: Juan Diego, hermano, nuestro, enséñanos a contemplar a nuestra Madre amada, la Reina del Tepeyac.
Segunda consideración: La Virgen, maestra de Juan Diego en la misericordia.
Después de que Juan Diego habló con el obispo se encontró con la Virgen por segunda vez. Ella lo esperó, le salió al paso (NM48-67) para consolarlo y reenviarlo con el señor obispo. En el mismo texto, más adelante, dice que ella le preguntó qué le pasaba cuando iba afligido por la enfermedad del tío (#107). Nuestra Madre, siempre misericordiosa, le mostró a Juan Diego cómo ser misericordioso. Pidámosle a ella que nos enseñe a serlo también de la manera que mejor le parezca.
Tercera consideración: Gracias a las enseñanzas de Dios y de María, Juan Diego aprendió a ser más misericordioso, como ellos…
Por la cortesía clásica del mundo indígena y por lo aprendido de María, lo vemos muy respetuoso con el obispo y sus servidores aunque lo habían tratado bastante mal… sobre todo estos últimos (NM 70-74 y 147-154). Aprendamos a ser magnánimos, como Juan Diego, aunque otros nos traten mal.
Cuarta consideración: Juan Diego tuvo misericordia con la Virgen al hacer todo lo posible por cumplirle sus encargos.
Juan Diego pudo esquivar el encuentro con la Virgen el mismo día 12, pero el gran corazón de este hermano nuestro nos enseña a ser corteses y educados hasta con Dios y María. (NM 127-134). Pidámosle a nuestro santo que nos siga educando en la cortesía y misericordia cristianas con nuestros hermanos y hermanas.
Quinta consideración: En la escuela de San Juan Diego.
Si queremos servir realmente a México, a Dios y a nuestra madre, sigamos el camino que ellos nos han enseñado para sacar a nuestro país del fango en que está. Este final del año de la misericordia puede suscitar en nosotros muchas acciones comunes misericordiosas para poder acercarnos a los más sufridos y abandonados de este mundo. Dispongámonos, con la ayuda de Dios, de María y de Juan Diego, a hacerlo.
Apoyos Bíblicos: Is 40,25-31 Salmo 103(102) Col 3, 9-17 Mt 11,28-30.