Docenario Guadalupano
Por Joaquín Gallo Reynoso, sacerdote jesuita
Jesús, presente, vivo y solidario en el Acontecimiento Guadalupano
Mes de Junio, mes del Sagrado Corazón y del Corazón de María, Madre del Señor, la del mayor Corazón después de Él, que nos acompañará este día y este mes, para sentir y vivir lo que ella fue viviendo a su lado mientras se iba formando ese corazón sano, grande, amable y solidario de su hijo amado.
Ella es la testigo mayor de su hijo. Le agradecemos, que como dice la lectura del Evangelio de la fiesta de su corazón materno haya “guardado y le diera vueltas en el corazón” a lo que iba viviendo con su hijo (Lc 2,51). Hoy, desde el Tepeyac, es testigo y madre solidaria de lo que estamos viviendo en México y en el mundo y le da vueltas en su corazón y se lo presenta a su Jesús para que Él actúe, con su espíritu, para la reconstrucción de México y del mundo.
Agradezcamos a nuestra madre amorosa la generosidad con que nos acompaña y pidámosle por los más necesitados de nuestra Patria y los migrantes que la atraviesan. De manera especial pidamos por los papás para que sean un reflejo de Dios Padre para sus hijos como fue San José para su amado Hijo, Hijo del Eterno Padre. Mientras tanto vamos a seguir considerando algunos aspectos de nuestro Credo, como hemos hecho los meses anteriores; Ella nos ayudará a comprenderlos mejor y a estimar más desde la perspectiva Guadalupana, en este año de la Fe.
Primera consideración: Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo Único de Dios.
En el Credo proclamamos nuestra Fe en Jesucristo como verdadero Dios e hijo íntimo y único del Padre. Por su amor misericordioso Dios nos quiso hacer de su familia y por eso nos planeó semejantes en todo al Señor Jesús. Por esta Fe millones de herman@s han vivido y muerto para atestiguar su amor al Señor. En el relato original de las apariciones en el Tepeyac solamente aparece una vez el nombre de nuestro Señor Jesucristo (Nican Mopohua #75) pero Él es el eje y centro del Acontecimiento Guadalupano. Agradezcamos al Padre el inmenso amor con que nos lo dio como Hermano Mayor, y a Ella, como espléndida Madre.Jaculatoria apropiada: Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre y Hermano nuestro; Enséñanos a amar y a vivir como Tú, y danos Tu paz.
Segunda consideración: El Hijo Eterno, Dios de Dios, Luz de Luz.
Dios vive en su eterna trinidad luminosa, radiante. Nada de sombras ni elementos que la puedan afear. Y Cristo es la luz eterna del Padre que le posibilita, siendo su imagen perfecta, que pueda decidir y obrar según su voluntad para nuestro bien, el del mundo angélico y de toda la creación.
Alabemos a este hijo del eterno padre, luz de luz, que en la imagen guadalupana viene representado por los rayos solares y por la flor de cuatro pétalos-nahui ollin- que María trae debajo de su ceñidor, para indicarnos que nos trae Al señor de la luz, el que ilumina nuestra existencia. Dejemos que nos ilumine y sigámoslo y sirvámoslo como se merece como buenos discípulos suyos.
Tercera consideración: El Verbo, Palabra Eterna del Padre, por Quien todo fue hecho.
El hijo unigénito del Padre, a quien llamamos su verbo, su palabra, es quien inspira al Padre toda la eternidad para lo que el Padre quiere decidir y hacer. Toda la creación depende de esta gran inspiración eterna que el verbo le posibilita al Padre. Decidida la creación, el Espíritu Santo la realiza de una manera armónica y perfecta. Todo lo bueno que existe, existe por Él “y sin El nada existe de cuanto ha sido hecho” como nos dice San Juan ( Jn 1,3 ).
Cuarta consideración: Dios Hijo, por nuestra salvación, bajó del cielo y se hizo hombre.
La solidaridad divina, en la encarnación, y después, en la muerte de Cristo en la cruz, nos ha manifestado cuánto nos han amado Las tres divinas personas. Lo notamos más en los sucesos de la historia que nos muestran las intervenciones divinas a favor de su pueblo elegido, antes de la encarnación; y los muchos favores a la Iglesia en tan variadas maneras, lugares y tiempos después. Dentro de esas intervenciones destaca, a nivel mundial, el Acontecimiento Guadalupano en donde la misma madre del verbo eterno ha sido enviada por Dios para liberar a nuestros pueblos de tantas calamidades y para que ella se quedase con y entre nosotros de manera sorprendente para mostrarnos continuamente Su amor materno hasta lo indecible. Gocemos estas verdades.
Quinta consideración: El Corazón de María y el Corazón de Jesús.
Llegamos al punto culminante de la historia cuando, el verbo habita entre nosotros como cualquier otra persona y vive en Nazaret con sus padres de una manera tan sencilla, tan discreta y tan cordial.
Gocemos contemplando cómo esos corazones de madre e hijo se van compenetrando de una intimidad hondísima, sustanciosa, difusiva de bienestar y paz para quienes tuvieron la gracia de conocerlos y tratarlos personalmente mientras estuvieron entre nosotros. Admiremos los Corazones tan unidos de Jesús y de María, entreguémonos a Ellos a Su servicio, y pidámosles que nos alcancen la gracia de la fidelidad a nuestra propia vocación y destino eterno. Ellos nos ayuden a transformar nuestros ambientes como Ellos lo hicieron en Su tiempo y lo siguen haciendo ahora para bien de tod@s. Celebremos la Fe que tenemos que nos hace tan felices. Amén.
Apoyos Bíblicos: Lc 1, 26-38.- Jn 1,1-18.- Ef 1,1-14 y 3,14-19.- 1 Jn 1,1-7; 3,1-3 y 4,4-15.- Heb 1,1-3
Citas del Concilio Vaticano II.- Constitución Dogmática sobre la Iglesia: Lumen Gentium (Luz para todas las gentes) # 1 a 3 y 62 – 63.- Sacrosanctum Concilium (Este Sacrosanto Concilio.Sobre la Liturgia) # 5 y 102-103.- Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación (Dei Verbum) # 1, 2 y 17. Con Santa María de Guadalupe proclamamos la Fe de la Iglesia Para la gloria de Dios y de Santa María de Guadalupe**