Les invitamos a dirigirnos a María Santísima con el saludo que le dirigía San Francisco de Asís a la Bienaventurada Madre del Redentor:
Salve, Señora, Santa Reina,
Santa Madre de Dios María,
que eres virgen hecha Iglesia
y elegida por el Santísimo Padre del Cielo,
consagrada por Él con su Santísimo Hijo amado
y el Espíritu Santo Paráclito,
en la que estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien.
Salve, palacio suyo; salve, tienda suya;
salve, casa suya; salve, vestidura suya;
salve, sierva suya; salve, madre suya,
y todas vosotras, virtudes santas,
que por la gracia y la iluminación del Espíritu Santo
sois infundidas en el corazón de los fieles a Dios.
Santa Madre de Dios María,
que eres virgen hecha Iglesia
y elegida por el Santísimo Padre del Cielo,
consagrada por Él con su Santísimo Hijo amado
y el Espíritu Santo Paráclito,
en la que estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien.
Salve, palacio suyo; salve, tienda suya;
salve, casa suya; salve, vestidura suya;
salve, sierva suya; salve, madre suya,
y todas vosotras, virtudes santas,
que por la gracia y la iluminación del Espíritu Santo
sois infundidas en el corazón de los fieles a Dios.
Marisa y Eduardo