Docenario guadalupano
Por Joaquín Gallo Reynoso, sacerdote jesuita
María, estrella misionera
Estrella Misionera de la Nueva Evangelización
Estamos disfrutando octubre con unas lluvias espléndidas que nos auguran la gracia de Dios para nuestros campos mexicanos y campesinos.
Esperamos sean el signo de la abundancia de bienes que nuestro Dios está derramando sobre el mundo, y de manera especial sobre la Iglesia, en este 50 aniversario del inicio del Concilio Vaticano II y de los 20 años del Catecismo de la Iglesia Católica.
En nuestro Estado estarán cayendo las gracias por la consagración hecha el 14 del mes pasado a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, que de seguro nos darán mejores cosechas de buenos cristianos católicos comprometidos más fuertemente con su fe. También celebramos el cambio de autoridades, y esperamos que tanto en el Estado como en esta ciudad capital las nuevas autoridades se desvivan por su pueblo para llegar a vivir con dignidad, como hijos e hijas muy queridos del Padre.
Que éste sea un año lleno de la presencia y el amor de Dios para tod@s. Por ser octubre mes clásico misionero y por el inicio del Sínodo de la Nueva Evangelización vamos a considerar a María como la Gran Misionera que nos dice cómo dar a conocer a Jesús a otr@s como Ella lo ha hecho en México desde 1531. Del relato original de las Apariciones (N.M. #28) tomo la inspiración.
Primera consideración: María, la Llena de Gracia y Bendita entre todas las mujeres, la Estrella Misionera por antonomasia. La misión de María es darnos a Jesús, colaborar con el Espíritu Santo en la formación y consolidación de la Iglesia y enseñarnos, con todo su amor, a amar y obedecer al Padre. Para eso la llenó el Espíritu Santo de los dones necesarios y así llegar a ser, como Madre de Jesús y Madre nuestra, la Bendita entre todas las mujeres. Contemplémosla y démosle gracias a Dios por dárnosla como extraordinaria misionera suya. Jaculatoria apropiada: Misionera del Amor, Santa María del Tepeyac; ruega por nosotros a Dios y muéstranos su bondad.
Segunda consideración: María nos dice: Les daré a Jesús en mi amor personal.
La evangelización más perfecta incluye la persona del Señor; no hay buena ni profunda evangelización si no somos tocados directamente por el Gran Evangelizador. María lo sabe y por eso, como primer rasgo de su manera de evangelizar, nos dice que nos da a Jesús con todo su amor personal. Ésa es la eficacia de su evangelización.
Tercera consideración: Nos dice nuestra Madre: Yo les daré a Jesús en mi mirada compasiva. Contemplemos el rostro de María y esa mirada profunda y cariñosa con la que nos está entregado a su hijo amadísimo. Sin compasión y misericordia no hay nueva evangelización. Para ser eficientes en nuestro servicio a los demás necesitamos amarlos con la misericordia de Dios y de María. Aprendamos de ellos a amar y servir.
Cuarta consideración: Nos dice María: Les daré a Jesús en mi auxilio. Cualquier mamá está al pendiente de su hijo, sobre todo si es pequeño, para auxiliarlo ante las calamidades de la vida. Nuestra vida se desarrolla ente miles de situaciones y peligros en que much@s nos ayudan a sobrellevarlos. ¡Cuánto más nuestra Madre que está muy al pendiente de nosotros para auxiliarnos y ofrecernos el auxilio de Jesús! Una de sus advocaciones queridas es la de María Auxiliadora. Pongámonos bajo su auxilio como lo hizo Jesús.
Quinta consideración: Nos dice nuestra Madre y Reina: Les daré a Jesús en mi defensa y salvación. El último rasgo que Ella nos proclama en el Nican Mopohua es éste: Yo l@s defenderé, son mis hij@s; Yo estaré con ustedes y a favor de ustedes ante los ataques del enemigo del género humano. “No teman. ¿No estoy Yo aquí que soy su Madre?¿No los tengo en el cruce de mis brazos, en el eco de mi manto? ¿Necesitan alguna otra cosa..?” (N.M. 119).