10.12.2011

El Pilar de nuestra fe

El Pilar de nuestra fe 
Autor: P. Jesús Martí Ballester


Fiesta de Nuestra Señora del Pilar. El 12 de octubre se celebra la solemnidad del Amor de Hispanoamérica.


El Pilar de nuestra fe
Frente a quienes ayer y aún hoy se avergüenzan, ignorantes o malvados, de la gran, máxima evangelización de América, recordamos hoy nosotros aquella hazaña de fe. Si sabemos interpretar los signos de los tiempos, leeremos que Dios se valió de España para llevar la fe salvadora a pueblos innumerables, que hoy permanecen fieles a ella y son la esperanza de la Iglesia, sobre todo en vocaciones.

Así lo ha reconoció el anterior Pontífice, Juan Pablo II, cuando dijo en su Mensaje al Congreso Mariológico y Mariano celebrado en Huelva del 18 al 27 septiembre de 1992: "Los marinos intrépidos de Palos, de Huelva, de Moguer, de Lepe, que en el nombre de Dios y de Santa María partieron del puerto de Palos, fueron protagonistas de aquella gran epopeya que llegaría a cambiar la configuración del mundo conocido y que, a la vez, abrió espacios insospechados a la expansión del mensaje cristiano". Y el mismo Papa, en su viaje de enorme valor testimonial a Santo Domingo, en la República Dominicana, es decir a la Española, primera tierra descubierta por Colón, quiso asociar su persona y a la Iglesia, a la celebración del V Centenario del Descubrimiento y Evangelización de América; para con su autoridad suprema de Papa, reconocer y enaltecer la gesta evangelizadora de España.
LA CIVILIZACIÓN CRISTIANA
Escribió Garcilaso de la Vega, historiador natural de Cuzco, Perú, que "ofrecía su historia para que se den gracias a Nuestro Señor Jesucristo y a la Virgen María, su Madre, por cuyos méritos e intercesión se dignó Dios sacar del abismo de la idolatría a tantas y tan grandes naciones y reducirlas al gremio de su Iglesia Católica Romana, la mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que los crió".
Los que propalaron la sinrazón de que España pidiera perdón a los americanos por haberles liberado de sus ritos macabros hasta llegar a sacrificar cada día muchachas para que el sol volviera a nacer al día siguiente, son los mismos que impiden que hoy nuestros niños y jóvenes crezcan en la ignorancia del barro que les construye por dentro, el pensamiento y el arte occidentales, y también el fabuloso legado moral sin el cual serían incompresibles conquistas como la abolición de la esclavitud o la condena de la pena de muerte, sin enumerar prolijamente los avances de la civilización que ha ido acumulando el cristianismo. Privar a un muchacho de la religión es como despojarlo de su filiación genética. La moral cristiana instituyó la piedad como regla de conducta, el respeto y el amor al prójimo como pilares de nuestra convivencia.
¿Es lícito escamotear que Dios se hizo un hombre como nosotros, que proclamó el bello poema de las bienaventuranzas, que impidió matar a pedradas a una mujer adúltera y que le pidió agua a una mujer samaritana y le ofreció a cambio el agua de la eternidad gloriosa con Él? ¿Y junto a esto, la creación de una nueva cultura que ha inspirado las más eximias excelencias de nuestros artistas que han trascendido los siglos, y que los hombres de mañana entren en el museo del Prado o en los otros del mundo como papanatas? ¿Qué entenderán del Greco, de Velázquez, de Zurbarán, de Giotto, del Tintoretto, del divino Morales y de Rafael, de los grandes genios de la música y de la arquitectura, de Miguel Ángel, de la poesía, qué de San Juan de la Cruz, qué de Divina Comedia, de la gran obra civilizadora de la Orden del Císter?... Y como los árboles también envejecen, también Europa, engendradora de pueblos y patrocinadora del humanismo, se está convirtiendo a pasos agigantados en un tronco seco y sin sabia. Con el sentido excepcional de la oportunidad de este viejo Papa joven, se está celebrando en Roma el Sínodo de los Obispos que quiere afrontar la pérdida de fe de Europa.
Ante él, el cardenal belga Jan Pieter Schotte ya ha adelantado que el principal desafío no es un problema político o social sino el debilitamiento de la fe. Europa sufre un problema de conocimiento de la fe y de su transmisión. Las familias se sienten impotentes, las escuelas encuentran dificultades y en las parroquias se nota menor presencia de fieles. Además, los medios de comunicación crean una cultura no siempre religiosa. La respuesta al panorama incierto y oscuro es el tema de la asamblea: "Jesucristo viviente en su Iglesia, fuente de esperanza para Europa". Y el Cardenal Rouco hace ahora seis años, el 1 de octubre de 1999, formulaba este dilema fundamental: “O Europa se convierte al Dios de nuestros padres o se desarraiga de las raíces espirituales de las que ha germinado el verdadero humanismo europeo. Nuestra tarea como Iglesia es anunciar con obras y palabras al Dios vivo". Fuera de Cristo no sabemos qué son Dios, la vida, la fe, ni nosotros mismos.
LA VIRGEN LA PRIMERA MISIONERA
Y fue la Virgen la primera misionera que nos dejó en su Pilar el dedo certero que nos señala de nuevo: "Haced lo que El os diga". Al celebrar la fiesta de la Virgen del Pilar, proclamamos que María ha escogido el Pilar para derramar sobre España sus bendiciones. Allí, los Reyes, los Capitanes, los Héroes, han encontrado la fuerza para cumplir su misión providencial. "A los tuyos les diste una columna llameante, guía para un camino desconocido" Sabiduría 18,3. "El Señor les precedía de día en columna de nube para marcarles el camino, y en columna de fuego de noche para alumbrarles" Génesis 13,21.
Así dice la historia que la Virgen los llevó como columna llameante por el camino desconocido: El siete de octubre, Colón está inquieto ante las dudas y peleas lógicas de aquellos noventa hombres, después de setenta días de navegación, y con un problemático retorno. Poco después llegó la calma y se hizo en el océano una gran bonanza. El día ocho, estaba el mar claro y sosegado y eran los aires dulces y olorosos, como si fueran del mes de abril sevillano. El día nueve durante toda la noche los navegantes oyeron volar pájaros. El día diez vieron pasar grajos y papagayos.
El día once aumentaron los indicios. La noche fue una noche clara de luna y en el aire y en el agua flotaba un ambiente de calma suave. De repente, sonó en la Pinta un tiro de bombarda, y se oyó el grito triunfal y esperado: TIERRA. Lo había dado Rodrigo de Triana. Eran dos horas después de la media noche. Y allí hay noventa hombres de pie sobre el puente de las carabelas con los corazones agitados por violenta emoción. Al amanecer apareció la lengua blanca de arena del primer suelo americano. En España, las campanas de los conventos llamaban a Maitines, y todo aquel día 12, la Iglesia de España rezaba a la Virgen del Pilar. Era el día del desembarco y del Descubrimiento.
REZAR EN ESPAÑOL
Cuando un sacerdote, un cristiano llega a América y oye hablar y rezar en nuestra propia lengua a Dios y a la Virgen, se le acelera el corazón, se le hace un nudo en la garganta, y sus ojos lloran lágrimas de asombro, de gratitud, de admiración y de fe. Y cuando en la Basílica de Guadalupe, todo el día abierta y siempre llena de mexicanos, que más que rezar, hablan con la Virgen con un hablar continuo, mezclado de sollozos, gritos, palabras ternísimas llenas de íntima e ingenua confianza, muchos de ellos caminando de rodillas, arrastrando los padres a sus pequeños, siente la gratitud y el gozo de ser español.
Me invitaron a comer unos amigos en Monterrey (México). A mitad de la comida, un niño de unos diez años, guapísimo, puesto de pie, dijo: "Lo mejor del mundo es que los españoles hayan venido a evangelizar a América. Me acordé de las palabras de Jesús el domingo de Ramos a los sacerdotes del Templo que le pedían que hiciera callar a los niños sus gritos y hosannas: ¿"No habéis leído en la Escritura que de la boca de los niños has hecho brotar la alabanza"? (Mt 21,16).
Reunámonos hoy en oración comunitaria y eucarística, como los Apóstoles con María en el Cenáculo, para dar gracias porque nos ha dado a su Madre, "que nos protege en su tienda el día del peligro, y nos alza sobre la roca" Salmo 26. Y aclamemos a María, intacta en su virginidad, gloriosa en su descendencia y triunfante en su asunción. Que ella sea nuestro gozo y la causa de nuestra alegría.

10.03.2011

Para meditar las palabras del Salve Regina

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Para meditar las palabras del Salve Regina
Te saludamos con sonrisas, flores, y canciones. Oh María, la mujer más digna del amor.

Meditemos esta oración para disfrutar más el Rosario.

Dios te salve

Te saludamos con sonrisas, flores, y canciones
Oh María, la mujer más digna del amor.
Desde niño me enseñaron esta oración mis padres
queriendo que yo te amara y venerara
como ellos lo hacían.
Y desde entonces sigo rezando y cantando
esta bella plegaria todos los sábados
y a la hora del rosario cotidiano.
Dios te salve, maravilla de mujer y de Madre,
lirio hermoso de los valles y praderas.
Pensando en Ti me vuelvo poeta
me dan ganas de cantar.
Mis versos son para Ti,
mis canciones te las canto a Ti.


Reina y Madre de misericordia

Lo que más necesitamos es misericordia,
porque somos infinitamente miserables.
Tu amor inmenso hacia tus hijos se convierte
en océano de bondad, de misericordia, y de piedad.
Te agradecemos tu amor, tu virtud excelsa,
veneramos tu grandeza incomparable
pero sobre todo agradecemos
la misericordia de tu rostro y de tu corazón.
Tienes ojos y corazón hechos de bondad.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia...


Vida nuestra

Nos animas a vivir,
Haces feliz nuestra vida,
Nos otorgas calidad de vida,
porque contigo vale la pena vivir.
No vamos solos por la vida.
¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?
Tú lo dijiste. Y cumples las promesas.


Dulzura

Suavidad, serenidad, paz.
Contigo estamos al abrigo de tormentas y huracanes.
Tu corazón es refugio montañero,
es brisa de primavera, es cantar de pajarillos,
es cristalina fuente,
dulzura de la vida, de mi vida.


Y esperanza nuestra

Todo lo espero de Dios por medio de Ti,
porque Dios te ama muchísimo
y Tú me amas muchísimo.
Contigo no cabe la desesperanza y la tristeza.
En las orillas de tu manso río
crecen los pastos y las flores en toda estación.
Tú eres una eterna primavera,
rosal florido, perfumado, digno de contemplarse.
De Ti lo espero todo y más de lo que esperan
todos los niños de sus mamás.
Espero que me lleves al cielo.
Espero que me hagas feliz.
Espero contemplarte en el cielo
en un éxtasis de amor.
Eres hermosísima paloma blanca
que vuelas en mi jardín.
Alegras mis días y mis noches.
Me haces sonreír y mirar hacia delante
con ilusión y entusiasmo.
La vida sin Ti no tendría sabor ni sentido.
Pero contigo sí quiero vivir.
Quiero contemplarte en el lirio del campo,
en la rosa perfumada, en el blanco clavel,
en todas las flores de las praderas,
en las estrellas de la noche.


Dios te salve

Te saludamos, te cantamos,
te llevamos mañanitas, Oh dulce madre.
Dios te salve.


A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva

Fuimos hijos de Eva para desgracia nuestra.
Pero somos hijos tuyos para completa felicidad.
Si triste y dura fue la herencia de nuestra madre Eva,
inmensamente rica es la herencia
que nos viene de Ti.
El destierro se dulcifica
porque Tú nos acompañas cada día.
Así nuestro desierto florece y se vuelve llevadero.
¡Qué dura sería la vida sin tu dulce compañía!
¡Qué cardos, qué espinas no produciría!
Pero entre los cardos y espinas tu mano amorosa
ha plantado muy bellas rosas.


A Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas

Siempre nos quedas Tú.
En medio de los peligros eres refugio,
pararrayos contra la justa ira de Dios.
En medio de las lágrimas, eres consuelo.
Tus hijos pueden sufrir, por ser ley todos,
pero nunca desesperan.
Saben mirar a través de las lágrimas
tu rostro materno que les llena de esperanza.


Ea, pues, Señora, abogada nuestra...

El nombre de abogada significa defensora.
Tú nos defiendes del maligno,
del que atacó a nuestra madre Eva en el Paraíso,
y la hirió pasándonos la herida.
Tú nos libras de peligros y tentaciones
que nos pudieran hacer perecer.
Contigo llevamos la frente alta por la vida,
hasta el destino final que es el cielo.
Desde allí intercede ante tu Hijo
por cada uno de tus hijos,
por mí también.


Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos

Sí, tus ojos...
Yo quiero asomarme a tus ojos, contemplarlos,
porque sólo de mirarlos me curo de mis tristezas,
su alegría se me contagia,
su pureza infinita se me participa.
Tus ojos, Madre Virgen, son océano
de gracia y de pureza.
Por eso necesito mirarlos, contemplarlos,
para que la bienaventuranza de los puros de corazón
me toque a mí también.
Nos miras con amor y misericordia.
Necesitamos de ambas realidades a morir.
porque somos débiles y miserables en abundancia.
Misericordia es lo que suplicamos.
Suplicamos a la misericordiosa Virgen.
Suplicamos a la más amorosa Madre.
A través de tus ojos aspiramos esa misericordia
y ese amor.
Es lo mejor que nos puedes regalar.
Eres misericordia y eres amor,
dos realidades que heredaste de Dios,
para regalarlas a tus hijos.


Y, después e este destierro...

Destierro, porque la patria no está aquí.
Porque la tierra, que es en sí hermosa,
se nos vuelve inhóspita y agraz, al pensar en el cielo.
Destierro, porque aquí te tenemos y tenemos a Dios,
pero todavía no es del todo y para siempre.
Podemos perderte, podemos perder a Dios,
¡Oh terrible posibilidad!
En el cielo Tú serás nuestra y nosotros tuyos
del todo y por toda la eternidad.
¡Qué inmensa beatitud!


Muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre

Lo más grande que Tú tienes es Jesús.
Muéstranoslo, queremos verlo, conocerlo,
amarlo entrañablemente.
Desde que fuiste Madre de Jesús,
nunca podrás separarte de Él, es tu hijo.
Pero lo mismo que a Él, nos has engendrado
a cada uno de nosotros.
Somos por eso sus hermanos y tus hijos.
Ser hijo no siempre es bien valorado por éste
pero ser madre es muy bien conocido por ella.
Yo no conozco bien lo que significa ser tu hijo,
pero Tú sí sabes lo que significa ser mi madre.
Jesús es el hermano mayor y especial.
Debemos asemejarnos a Él.
danos la gracia de conocerlo como Tú lo conoces:
Un Dios amor que nos quiere
hasta la muerte de cruz,
que nos dio a su Madre, a Ti, para cada uno.
Déjanos ver su rostro, déjanos conocer su corazón,
concédenos amarlo con todas nuestras fuerzas.


Oh clemente, Oh piadosa, Oh dulce Virgen María

Clemente, piadosa y dulce:
la trilogía de la misericordia encarnada en Ti.
Permítenos beber en tu fuente
el agua dulce de tu piedad.
Estamos tan necesitados de clemencia,
dulzura y piedad.
Pero tu fuente rebosa de esa agua pura.
Virgen María dulce: Eres el rosal sin espinas,
belleza de rosas perfumadas:
corremos al olor de tus perfumes.
Virgen María clemente: De Dios lo aprendiste,
Oh Madre del hijo pródigo.
Si algo sabes hacer con excelencia,
es el arte de la misericordia con tus hijos pecadores.
Necesitamos tanto tu capacidad de compasión,
porque somos pecadores maltratados por Satanás.
Virgen María piadosa:
Te compadeces del pecador,
de sus heridas purulentas, no queriendo ver su culpa.
Respondes con piedad y misericordia
a la negra ingratitud, como tu Hijo.
Misericordia del Hijo, misericordia de su Madre.
Gracias por ser dechados de piedad para nosotros,
que, si algo necesitamos, es misericordia y piedad.
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